Existe un ejercicio que es tan poderoso que podría cambiar el pH de su sangre en cuestión de minutos o que este mismo ejercicio podría mejorar la digestión, disminuir la frecuencia cardíaca, disminuir los niveles de cortisol (hormona del estrés) y ayudar a dormir mejor por la noche. Es capaz de cambiar y controlar los estados de ánimos y las respuestas emocionales. Estamos hablando de los ejercicios de respiración. Los ejercicios de respiración realizados correctamente y de forma segura son una de las formas más poderosas de controlar la mente y el cuerpo. Pero si se practican de manera imprudente, pueden causar varios problemas.
Para la mayoría de nosotros, la respiración es algo totalmente automático, de hecho, está controlado por nuestro sistema autónomo. Por ejemplo, cruzas la calle y un automóvil se desvía hacia ti y casi te golpea. ¿Inhalas o exhalas? Inhalas, te cubres y tratas de protegerte, de manera automática, sin previa meditación. El problema es que muchas personas respiran de esta manera todo el tiempo, como si estuvieras a punto de ser atropellado por un automóvil durante todo el día. Ahora imagina lo que eso le hace a tu mente, tu cuerpo y tu vida.
La forma en la que respiramos influye directamente en la actividad cerebral, porque la respiración tiene conexiones directas con distintas partes de la corteza cerebral, donde se gesta el pensamiento, la percepción o la imaginación; es la zona del cerebro que está implicada en los procesos de aprendizaje, la atención y la memoria.
Una practica avalada por la ciencia.
El yoga y la meditación siempre han asegurado que trabajar la respiración de forma consciente tiene consecuencias directas sobre lo que pasa en el cerebro, por lo que aprender a respirar mejor ayuda a sentirse mejor, a intentar controlar lo que sucede en nuestra mente. Se logra observar cómo el estado emocional afecta a la respiración, y puede llegar a bloquearla por ejemplo, en los ataques de pánico; y cómo la respiración afecta el estado emocional.
La respiración es por tanto una función inconsciente que nos dice mucho sobre el estado mental. En momentos de estrés y angustia, la respiración es corta y acelerada, en momentos de relajación, de paz y tranquilidad, se afina y se hace larga y profunda. Ahora se ha visto que cuando respiramos profundamente cambia la respiración y cambia la actividad en la corteza del cerebro. Lo que ahora avalan los científicos hace mucho tiempo que lo llevan a la práctica el yoga.
Existe suficiente evidencia científica de peso para entender por qué con técnicas orientadas a controlar la respiración podemos aprender a controlar mejor las emociones, la concentración o la capacidad de memorizar. Si se conoce mejor qué sucede en el cerebro, se podrá mejorar en un futuro la aplicación de los ejercicios y técnicas que promueven el control de la respiración y hacerlo en base a la ciencia médica. Tratar de otro modo enfermedades de la salud mental como la ansiedad.
Respiramos poco y respiramos mal.
Respiramos unas veinte mil veces al día, pero respiramos mal, a menudo sin saberlo. Si observamos a los bebés tienen una respiración larga, respiran por la barriga, es una respiración abdominal y con el diafragma, que es donde hay más rendimiento para absorber energía y oxígeno. Los adultos respiran más por la parte alta de la caja torácica, que es donde hay menos rendimiento respiratorio, ya que las tensiones se acumulan en la zona abdominal e impiden que respiremos como lo hacen los bebés, libres de preocupaciones.
No respiramos mal porque sí, tenemos poca conciencia respiratoria y respiramos como podemos, para sobrevivir, es una respiración de subsistencia; la otra forma sería respirar más profundamente, para vivir mejor, de forma consciente.
Una respiración consciente
La respiración consciente es un entrenamiento, debemos ser conscientes de cómo se organiza la musculatura que interviene y trabajarla. La respiración completa –que busca utilizar el 80-85% de la capacidad respiratoria– no es una respiración natural, pero en un momento dado nos puede ayudar a serenarnos, absorber más aire y oxígeno para ver las cosas desde otra perspectiva.
Cuando la respiración se hace consciente, nos permite conectar con el momento presente y con nuestro cuerpo y mente. La respiración es la clave de la conexión entre cuerpo y mente. Tomar conciencia de cómo es nuestra respiración nos ayudará a calmarnos en momentos estresantes o de alta intensidad emocional. Modificando la respiración para hacerla más fina y tranquila podremos reducir las reacciones impulsivas de las que muchas veces nos arrepentimos.
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