La diócesis eslovaca aceptó al sacerdote-artista Ivan Rupnik acusado de abusos sexuales, espirituales y psicológicos a mujeres

La diócesis eslovaca aceptó al sacerdote-artista Ivan Rupnik acusado de abusos sexuales, espirituales y psicológicos a mujeres

FRANCIA

Este jesuita es mundialmente conocido por sus mosaicos como los que adornan la fachada de la basílica de Lourdes, en Francia, una capilla del Palacio Apostólico del Vaticano, en el monasterio de Santo Domingo de la Calzada o en la catedral de La Almudena de Madrid.

Un célebre sacerdote-artista expulsado de la orden Jesuita tras ser acusado de abusos sexuales, espirituales y psicológicos a mujeres ha sido aceptado por una diócesis en su Eslovaquia natal, en un caso que implica al papa y pone al desnudo las limitaciones del sistema legal interno del Vaticano.

La diócesis de Koper confirmó en un comunicado enviado a la Associated Press el jueves que el padre Marko Ivan Rupnik fue aceptado allí en agosto.

La diócesis dijo que no había recibido documento alguno de que “se hubiera hallado (a Rupnik) culpable de los presuntos abusos ante un tribunal eclesiástico o una corte civil”.

El comunicado citó la disposición de la Declaración Universal de los Derechos Humanos sobre la presunción de inocencia y el derecho a la defensa de cualquier acusado de un delito.

Rupnik, cuyos mosaicos decoran iglesias y basílicas de todo el mundo, fue excomulgado por el Vaticano en mayo de 2020. La orden jesuita lo expulsó a mediados de este año cuando varias mujeres adultas lo acusaron de abusos sexuales, psicológicos y espirituales que se remontaban a 30 años atrás.

El escándalo ha sido un dolor de cabeza para el Vaticano y el papa Francisco mismo debido a sospechas de que Rupnik recibió un trato favorable de la Santa Sede, dado que Francisco es jesuita y que otros miembros de la orden encabezan la oficina de delitos sexuales que investigaron al sacerdote y desistieron de juzgarlo.

Tras realizar su propia investigación, la orden jesuita anunció en junio que las denuncias de las mujeres resultaban “altamente verosímiles”, pero que las normas canónicas vigentes en el momento de los presuntos abusos vedaban las sanciones más severas para casos antiguos de abuso de adultos.

El caso comenzó cuando los jesuitas admitieron que Rupnik había sido sancionado con algunas restricciones después de una investigación por abusos sexuales y psicológicos a religiosas en los años 90, a pesar de que habían prescrito.

Según la cronología que publicó en su página la Compañía de Jesús respecto a este episodio, la Congregación para la Doctrina de la Fe emitió en mayo de 2020 un decreto que castigaba al jesuita con la excomunión por el delito de “absolución de un cómplice de un pecado contra el sexto mandamiento”, pero poco después, con un acto extraordinario, se levantó la excomunión y aún se desconoce quien lo hizo, ya que el papa Francisco aseguró que no había sido él.

Los diarios online Left y Domani publicaron testimonios de monjas que aseguraban que sufrieron “repetidos y prolongados abusos sexuales por parte del padre Rupnik desde 1994.

El diario Domani también publicó un testimonio de otra religiosa que asegura que sufrió “repetidos y prolongados abusos sexuales por parte del padre Rupnik desde 1994, abusos justificados con blasfemos argumentos teológicos y sacramentales”.

La mujer acusa al padre Rupnik de ser un agresor en serie y afirma que también hay varias víctimas más.

Este jesuita es mundialmente conocido por sus mosaicos como los que adornan la fachada de la basílica de Lourdes, en Francia, una capilla del Palacio Apostólico del Vaticano, en el monasterio de Santo Domingo de la Calzada o en la catedral de La Almudena de Madrid.

Rupnik diseñó en 2008 la fachada de una de las tres basílicas en Lourdes con una serie de mosaicos para celebrar el aniversario 150 de las apariciones marianas que convirtieron al santuario en el suroeste de Francia en uno de los sitios de peregrinación más grandes del mundo, con aproximadamente 3 millones de visitas al año.

Durante mucho tiempo, la Iglesia Católica ha respondido a las denuncias de abuso de autoridad de los sacerdotes, culpando a las propias mujeres por seducir a los clérigos, retratándolas como personas mentalmente inestables o minimizando el hecho como un mero “error” o “violación de los límites” por parte de un santo sacerdote.

(Con información de AP)

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