Recordando al pintor Moisés Becerra (1926 – 2018)

Recordando al pintor Moisés Becerra (1926 – 2018)

Moisés Becerra, destacado pintor hondureño de reconocimiento internacional. Quien con su obra de influencia cubista capturó el encanto de las costumbres, tradiciones y vida en Honduras.

Nació el 26 de diciembre de 1926 en Dulce Nombre, Copán, Honduras. En 1940 se fundaría la Escuela Nacional de Bellas Artes en la capital de la república y al saber que el Maestro Arturo López Rodezno, de su departamento natal, ocuparía la dirección de dicha escuela se matriculo graduándose de la misma y obteniendo en 1962 una invitación para continuar sus estudios en la Academia de Arte de Roma, Italia; graduándose con honores. Residió en Milán donde desempeño docencia en el Instituto Constanza y la Academia Modigliani. En 1987, fue premiado el Premio Marconi, el más importante en el campo artístico en Italia.

Al principio de sus estudios, Becerra pintó paisajes dentro del estilo impresionista, por el cual fue influido por el maestro Máx Euceda. Luego, por los impactos de la Segunda Guerra Mundial, Becerra empezó a experimentar en el estilo de expresionismo social. Cuando se traslado a la Academia de Roma, ensayó en el estilo cubista. Finalmente en los años sesenta, el artista se definió dentro de la corriente de la neo figuración plástica en cual no se aleja de la realidad ni se aparta del mundo objetivo. El sujeto de sus obras es el hombre y sus quehaceres. Becerra nunca abandona los temas Hondureños, sobre todo los que se refieren al trabajo de los hombres, las mujeres y hasta los niños.

«El Xique” por Moisés Becerra (1985) | MIN

Un claro ejemplo de esto es la obra “El Xique”, como nos lo explica el MIN en su ‘pieza de la semana’. Es una obra que haciendo un uso magistral del color, Becerra retrata la alegría sencilla y el movimiento dinámico de la danza folclórica nacional; con una composición dinámica la obra nos lleva a través del baile con dos parejas, que alegres se mueven. En el centro la mujer y el hombre se convierten en símbolos de dualidad, desde el género, el color y las líneas que construyen sus cuerpos. El ornamento natural de las flores y la pareja de palomas que acompañan el baile, nos llevan a la ruralidad tradicional de Honduras mientras toda la escena se realiza un espacio etéreo que hace sobresalir el carácter universal de las costumbres para la cultura de un país.

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