TEGUCIGALPA, HONDURAS. Una cifra superior a los 77 mil migrantes de diferentes partes del mundo están enfrentando situaciones infrahumanas en los campamentos instalados en la frontera norte de México mientras esperan que las autoridades estadounidenses den respuesta a su solicitud de asilo.
De la citada cifra, más de 27 mil son hondureños, quienes ahora están en la frontera de Nuevo Laredo, Tamaulipas, Ciudad Juárez y Baja California en México. Todos ellos duermen en tiendas de campaña instaladas sobre el lodo, además carecen de servicios básicos.
Los compatriotas han dando a conocer la frustración que ahora les acompaña por la decisión que tomaron de abandonar el país y hacen un llamado a todos los hondureños a no cometer el mismo error.
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Testimonio: «no se arriesguen, esto acá esta macaneado»
Karina Ortiz, originaria de San Lorenzo, Valle, viajó en agosto pasado con su menor de dos años confiada que las autoridades migratorias estadounidenses la dejarían ingresar por ir con un menor.
Sin embrago, se encontró con una realidad diferente porque las unidades familiares que solicitan asilo también están siendo enviadas a México o Guatemala.
Mientras cocina en un fogón improvisado, Karina relata los malos tratos que recibió al llegar a la frontera estadounidense, donde fue victima de insultos, después la enviaron a la frontera mexicana, donde duerme en una tienda de campaña, aguantando bajas temperaturas que han enfermado a su pequeño.
“No se arriesguen, esto acá está macaneado, esto aquí está triste. Yo le digo a mis compatriotas de Honduras que no se muevan, yo ya me tiré una vez por el río y nos agarraron y nos trataron muy mal y me trajeron a México de regreso”, expresó.
Consideró que llegar a México es cuestión de suerte, porque en el camino, a las personas las secuestran, violan, mutilan y hasta las asesinan grupos criminales que radican en ese sector.
Migrantes: «Nos equivocamos»
Similar opinión expresó otra hondureña quien pidió guardar su identidad, pero lamentó que al cruzar la frontera las autoridades estadounidenses la regresaron a México sin consultarle cuál era la causa por la que había dejado su país natal.
“Sinceramente todos nos equivocamos, porque es difícil, uno sufre tanto en el camino y llegar con esa noticia que le digan a uno no pasas es frustrante. Sí se sufre bastante”, manifestó.
Sin esperanza de asilo
Indicó que llegó a migración de los Estados Unidos un 10 de noviembre, el 19 de ese mismo mes la llamaron a firmar un documento sin saber que contenía. “No me entrevistaron para saber porqué yo buscaba asilo, sólo nos dijeron que firmara y nos subieron en un bus y nos vinieron a dejar aquí al puente”.
«Acá es bien difícil, uno come si vienen a dejar comida, de lo contrario, la gente no tiene que comer. Cuando llueve aquí se hace una sola lodacera, uno no puede salir a ningún lado, el viento es bien fuerte, si los árboles se quiebran puedan caerle encima todo eso, tengo que buscar donde proteger a la niña», concluyó.
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