El estilo de vida pastoral de la juventud de Mantraste sigue siendo una de las fuerzas impulsoras de sus bucólicas ilustraciones.
«En el fondo creo que soy más un artista folclórico contemporáneo que un ilustrador», dice Mantraste. Criado por una familia de agricultores en un pequeño pueblo de Portugal, es fácil entender por qué ve su práctica de esta manera. Los dibujos y pinturas que componen su colorido portafolio con frecuencia se asemejan al arte popular tradicional. Como gran parte de la obra dentro de este género, su trabajo se inspira en la cultura de una comunidad, más específicamente, el grupo unido de familias que conforman su pequeña ciudad natal. Aunque su propia familia lo influyó mucho durante su infancia, su tiempo dedicado a explorar un bosque cercano y cuidar de los animales de las aldeas también jugó un papel central en su formación.
Estos pasatiempos saludables fueron acompañados por la exposición a programas de televisión de la cultura pop como Dragon Ball, que junto con su entorno, fueron muy importantes para Mantraste durante su juventud. En sus obras de arte, podemos ver el matrimonio de estas dos influencias, la contemporánea y la tradicional, y hablan tanto de sus raíces ancestrales como de su cosmovisión personal. La ropa anticuada de las figuras, que se representa utilizando un estilo moderno de ilustración, es un guiño a sus primeros años y al pasado en general. «Los atuendos representan una cierta simplicidad que siento que falta hoy en día. Es un regreso a casa, a la infancia, pero también es una forma de calmarme; es mi mandala.»
También incorpora elementos de la naturaleza y el misticismo popular, del que estuvo rodeado de niño. «Crecí muy cerca de estas dos cosas … de celebraciones populares, ferias, remedios caseros paganos y rituales religiosos; es difícil no dejarse influir por eso», explica. Este mundo encuentra su camino en su obra a través de símbolos clásicos de flora, fauna, sol, herramientas, tinturas y objetos sagrados. Según Mantraste, esto puede parecer a primera vista representativo de la cultura y la tradición portuguesa, pero en realidad habla más de su propia historia, antecedentes y emociones. “Incluso cuando esto no es realmente visible, creo que se puede sentir, y los que lo sienten son los que más se identifican con mi trabajo, tal vez porque sienten de manera muy similar sin poder expresarlo”.
Mantraste explica que piensa a menudo en estas relaciones, en la conexión entre la audiencia y la obra, y especialmente entre la obra y él mismo. Le interesa “cómo nos dejamos definir por lo que hacemos”. En esencia, su práctica creativa está tan claramente impulsada por sus propias experiencias y entendimientos, que no sorprende que vea su arte como una parte integral de su identidad. “Para mí fue muy importante descubrir que ni siquiera me veo a mí mismo como ilustrador y que no quiero hacer la mejor ilustración de la historia ni ser el mejor ilustrador del mundo”, dice. “Solo quiero poder inspirar»
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