TEGUCIGALPA, HONDURAS.
A la presidenta de Taiwan, Tsai Ing-wen, no le salió bien la jugada de apostar durante toda la campaña electoral por el miedo a la frecuente amenaza de reunificación de China: el gobernante Partido Democrático Progresista (DPP, por sus siglas en inglés) se ha llevado un batacazo en los comicios locales, perdiendo la varita de mando en las ciudades más importantes de una isla independiente de facto pero que para Pekín es una provincia separatista.
El principal partido de la oposición, el Kuomintang (KMT), se ha llevado la victoria en 13 de los 21 puestos que había en juego para alcaldes o jefes de condado. «Los resultados no cumplieron con nuestras expectativas. Aceptamos humildemente los resultados y aceptamos la decisión del pueblo taiwanés», dijo Tsai tras conocer los resultados. Además del golpe en las urnas para su partido, la noticia del sábado en Taiwan fue la renuncia de la presidenta como jefa del DPP.
Se trata de un movimiento simbólico, algo que Tsai ya hizo en 2018 después de otros malos resultados en las anteriores elecciones locales. Volvió a ocupar ese cargo tras ser reelegida pesidenta en 2020. La Líder, a sus 66 años, está cumpliendo su segundo ciclo en el poder y continuará al frente de Taiwan hasta las elecciones presidenciales de 2024, cuando dejará su silla como candidata porque los límites de mandato le impiden postularse de nuevo.
En las elecciones generales de 2020, el DPP arrasó en las urnas gracias a la línea dura contra Pekín que mantenía Tsai, que nunca ha ocultado su corte independentista y siempre se ha opuesto a la vieja propuesta de integrarse en la fórmula de «un país, dos sistemas», el formato que se estableció en Hong Kong, según la cual la isla tendría una autonomía significativa si acepta la reunificación, aunque estaría sometida al yugo del régimen chino como ha ocurrido en la ex colonia británica.
Tsai siempre ha dicho que, mientras ella siga al frente, Taiwan, que goza de su propia Constitución y de líderes elegidos democráticamente, nunca caerá bajo dominio chino. En los comicios presidenciales de hace dos años -en los que ganó con el 57,7% de los votos-, la líder jugó bien la carta del miedo a una invasión. En las últimas semanas ha seguido la misma línea, con miembros de su gabinete poniendo hasta fecha para el ataque.
Pero el partido gobernante se ha encontrado a unos votantes hastiados del mismo discurso que estira la amenaza del vecino de arriba, que sigue sacando a sus aviones a pasear diariamente cerca de la isla, aunque a una escala muy reducida en comparación con las ráfagas de simulacros de invasión que el ejército chino lanzó en verano tras la provocadora visita a Taipei de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
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