La artrosis el mal inevitable después de los 50

La artrosis el mal inevitable después de los 50

Uno de los mayores problemas a los que casi irremediablemente se tiene que enfrentar un ser humano es la artrosis de rodilla, que es en sí un desgaste de esta articulación debido al uso y la carga.

Obvio todo se gasta con el uso y la rodilla no es la excepción, es por eso que es necesario cuidarse esta articulación para que el desgaste sea mucho más lento.

Durante la emisión del “Médico en Casa”, se contó con la presencia del doctor Miguel Ángel López, especialista en Ortopedia y Traumatología, quien conversó sobre la artrosis.

Ambas son enfermedades reumáticas que provocan dolor, que afectan a una o a varias articulaciones y que son más frecuentes en mujeres que en hombres. Si bien eso es lo que tienen en común, tanto su origen como su tratamiento son muy diferentes.

La artritis es una inflamación que afecta a la membrana sinovial. En esta enfermedad, el líquido sinovial, que sirve para lubricar, se esparce por la articulación en lugar de ser reabsorbido como sucede normalmente, ocasionando una constante erosión del hueso y del cartílago. Esta patología, que puede o no ser crónica, suele ser la consecuencia de otras enfermedades y, por eso, engloba en sí misma muchas alteraciones paralelas, como la artritis reumatoide, la psoriásica, la infecciosa o la gota.

Por su parte, la artrosis es un proceso degenerativo crónico que afecta al cartílago, es decir, a la almohadilla que está entre los huesos de la articulación y que sirve para que no se rocen. Con el paso del tiempo, el cartílago tiende a desaparecer haciendo que el roce se produzca directamente entre huesos, provocando mucho dolor y la pérdida de flexibilidad de las articulaciones.

¿Cuáles son las causas?

La artritis puede deberse a causas muy diferentes. Puede ser por infecciones ocasionadas por gérmenes que llegan a la articulación, por traumatismos producidos por un golpe fuerte, por enfermedades autoinmunes, como por ejemplo, la artritis reumatoide, o por depósitos de cristales que se acumulan en la membrana sinovial (esto es lo que se conoce popularmente como gota).

La artrosis suele estar asociada al envejecimiento y es más común a partir de los 40 años. No obstante, hay otros factores, como la obesidad o el sobreesfuerzo de la articulación, tan típico de los deportistas de élite, o de algunos trabajos con movimientos repetitivos.

¿Qué síntomas producen?

Aunque ambas pueden afectar a cualquier articulación del cuerpo, la localización de la artritis dependerá del tipo. Por ejemplo, la artritis reumatoide ataca más a las muñecas y dedos de las manos, y la gota, generalmente, a pies, tobillos y rodillas. La artrosis, por su parte, se localiza sobre todo en manos, rodillas, caderas, columna y pies.

El dolor también se expresa de forma diferente. Mientras que con la artritis es constante, con la artrosis se produce más dolor al mover la articulación y suele mejorar al dejarla en reposo.

En la artritis las articulaciones están calientes, rojas e hinchadas, y con el tiempo también pueden deformarse. En la artrosis las articulaciones «crujen» al moverlas, y en fases avanzadas se deforman y pierden movilidad.

Otra diferencia entre ambas enfermedades es que muchos tipos de artritis se acompañan de pérdida de peso, cansancio, fiebre, entre otros, mientras que la artrosis solo afecta a las articulaciones.

¿Cómo se diagnostican?

No hay ninguna prueba específica para diagnosticar la artritis, sino que dependerá del tipo de inflamación que el médico crea que puede estar sufriendo el paciente. A veces se necesitan una gran variedad de pruebas para llegar a un diagnóstico seguro, como análisis de sangre o análisis del líquido de la articulación inflamada.

La artrosis se diagnostica por los síntomas y por la exploración física que realiza el médico. Una radiografía ayuda, pero puede ser que exista artrosis y salgan radiografías normales y, al revés, que en la radiografía se encuentre mucha artrosis, pero esa articulación no duela. Por eso, lo fundamental es el cuadro clínico.

¿Cómo se tratan?

La base de los tratamientos de la artritis son los antiinflamatorios y el reposo de la articulación. Otros tratamientos dependerán de la causa. En la infecciosa se usan antibióticos, y en la reumatoide y la psoriásica corticoides o fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad, como los que contienen metotrexato y los fármacos biosimilares.

La artrosis no tiene cura, así que los tratamientos buscan reducir el dolor y mejorar la movilidad y la función de la articulación. Para ello, es clave evitar la obesidad y realizar ejercicio físico adecuado a la edad de la persona y a la articulación afectada. Si es la rodilla, por ejemplo, son beneficiosos los ejercicios de bajo impacto, como nada o caminar. En cuanto a los fármacos, ninguno frena la artrosis, pero para tratar el dolor, se recomiendan analgésicos, como el paracetamol, y antiinflamatorios, como el ibuprofeno.

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