Israel.-En la madrugada de este viernes, el Ejército de Israel lanzó un ataque aéreo contra instalaciones nucleares y objetivos militares estratégicos en territorio iraní, marcando una peligrosa escalada en las tensiones de Oriente Medio. El Ministerio de Defensa israelí confirmó que se trata de una “operación preventiva” orientada a neutralizar lo que califican como una amenaza inminente por parte del programa nuclear iraní.
“Tras el ataque preventivo del Estado de Israel contra Irán, se espera un ataque con misiles y drones contra el Estado de Israel y su población civil en el futuro inmediato”, advirtió la cartera de Defensa en un comunicado oficial. Poco después, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aseguró que la ofensiva “continuará durante los días que sean necesarios para eliminar esta amenaza”.
Las consecuencias del ataque ya han sido reconocidas por las autoridades iraníes. La televisión estatal de ese país confirmó la muerte del jefe de la Guardia Revolucionaria, una figura clave dentro del aparato militar iraní. Además, el líder supremo, el ayatolá Alí Jameneí, declaró que “varios comandantes y científicos” vinculados al desarrollo nuclear también murieron en los bombardeos.
En un discurso televisado, Jameneí advirtió que habrá una “respuesta severa” contra Israel y prometió que “los sucesores de los mártires retomarán su trabajo de inmediato”, en una clara señal de que Irán no considera disuadida su ambición nuclear.
Por su parte, Estados Unidos se desmarcó del ataque. Washington declaró que no participó en la operación y exhortó a Irán a no dirigir represalias contra intereses estadounidenses en la región. El portavoz del Departamento de Estado subrayó la necesidad de “evitar una guerra regional de gran escala”.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con creciente alarma. Fuentes diplomáticas europeas han llamado a la “contención inmediata”, y organismos humanitarios expresan preocupación por los riesgos para la población civil en ambos países.
Se teme que el conflicto escale más allá de Israel e Irán, involucrando a actores regionales como Hezbolá en el Líbano, las milicias chiíes en Irak y Siria, y los aliados occidentales en el Golfo Pérsico.
La situación permanece en desarrollo.
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