De albañil a abogado: Jacobo Espinoza recuerda que se burlaron de su sueño

De albañil a abogado: Jacobo Espinoza recuerda que se burlaron de su sueño

TEGUCIGALPA. HONDURAS.Una extraordinaria historia de superación se esconde tras el ahora exitoso abogado Jacobo Espinoza Miranda, quien asegura que muchos se burlaron de su sueño, pero que ello lo impulsó a reafirmar sus convicciones, hoy es un profesional del derecho y entre nostalgia y orgullo relata cuán difícil fue culminar su cometido.

“Cuando yo le dije a una maestra que sería abogado, ella y mis compañeros se rieron de mí. Nunca me olvidaré de eso” recordó Jacobo.

El ahora togado, perdió a su padre cuando apenas tenía 7 años de edad, situación que marcó el rumbo de su vida, especialmente para las fiestas decembrinas cuando el dolor se agudizaba ante la presencia física de su progenitor.

“Lo único que teníamos en navidad eran ollas vacías», recordó Jacobo con sus ojos sollozando, al tiempo que indicó que desde entonces inició a trabajar.

Asimismo, la madre de Jacobo inició labores en el sector cafetalero, pero solo percibía 25 lempiras, cifra que “no ajustaba y a veces con mis hermanos íbamos a las casas de los vecinos a buscar que nos regalaran una tortilla. En ese momento yo me di cuenta de que podía hacer algo por mi familia, ellos son lo más importante que yo tengo», subrayó.

En ese sentido, “con 8 años yo agarré el azadón; otras veces me levantaba a las dos o tres de la mañana para ir a hacer dulce, pero mi prioridad era ayudar a mi mamá, aunque solo me daban 10 lempiras, siempre le intentaba ayudar», agregó.

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Caminó descalzo hasta la escuela

Con el paso de los años, Jacobo logró mantenerse activo en el sistema educativo público; aún recuerda con dolor el hecho de que tuvo que caminar descalzo por dos horas para recibir el pan del saber.

«De tanto que anduve a pie me salieron callos y ya ni sentía las piedras, caminaba para todos lados en calles de tierra», indicó. Sin embargo, su sacrificio rindió frutos y logró culminar su primaria con éxito en la Escuela Petrona Muñoz de su aldea Catulaca.

Sin embargo, cuando llegó el día de la clausura de sexto grado “recuerdo que me prestaron unos zapatos porque había que ir presentable”.

Sumado a ello, Jacobo Espinoza reveló que “para ir a la escuela nosotros no comíamos, pero en la Escuela antes daban frijolitos, leche y otras cositas, con eso nos manteníamos”

Asimismo, “los uniformes, recuerdo que pasábamos vigiando que mis primos botaran los de ellos en la basura y después los íbamos a recoger, así pasaba con los zapatos también”, dijo entre risas.

Continuaron los sacrificios

Una vez que ingresó al ciclo común, cambió de centro educativo y debía levantarse a las 4:00 am para poder llegar. Posteriormente, logró conseguir otro trabajo de ayudante de albañil durante un año y estudió a distancia en el colegio. “Costara lo que costara, yo buscaba ser alguien en la vida” expresó con emoción.

Y así logró terminar la secundaria e inició a trabajar como albañil, acto seguido, “decidí salir de mi aldea porque quería crecer. A veces me sentí hasta humillado pero siempre quise salir adelante y eso me dio fuerzas», relató.

En ese sentido, “logró salir de su aldea con una manzana de frijol que sembró, “me dio poco, pero ajusté 200 lempiras para poder salir y me fui para Naco, Cortés. Allá entré al Centro de Instrucción Policial, pero cuando me reclutan me dicen que no podía ingresar porque soy muy enano”, contó con una sonrisa en su rostro.

«Pero Dios actuó porque después me dijeron que me iban a aceptar. Y hasta que me gradué me fui otra vez para mí casa, eso fue seis meses después. Cuando me gradué me mandaron a un programa de la Embajada Americana y empecé a ayudar más a mi familia», expresó.

Jacobo Espinoza alcanzó el éxito

El perseverante joven logró ingresar a una universidad privada, pero asistía a sus clases solo con el dinero del pasaje, pero finalmente culminó su licenciatura en abogacía.

Hoy, labora como analista de Procuración Legal en el Servicio de Administración de Rentas (SAR). «Mi integridad, trabajo y esfuerzo fueron vistos por Dios y por la abogada Madrid y de esa forma fue que conocí a la abogada Miriam Guzmán.

Además, Jacobo continua superándose y actualmente cursa una maestría en Gestión Pública en una reconocida universidad privada del país. «Aspiro a poder salir al extranjero y estudiar un doctorado, pero ya Dios dirá», concluyó el abogado.

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