CUBA
El peso cubano se devalúa este martes en un mínimo histórico de 230 por dólar en el mercado informal, cayendo a la mitad de su valor de hace un año, mientras los consumidores luchan contra la creciente inflación y la escasez de bienes.
El Estado considera ilegal el tipo de cambio informal, ampliamente reportado por el medio de comunicación independiente El Toque, pero no ha podido acabar con él. El Estado fija oficialmente la moneda local en 120 pesos por dólar, pero tiene pocos para cambiar. Así, la brecha entre el oficial y el paralelo es cada vez mayor.
Los economistas afirman que el desplome del peso refleja la profundización de una crisis de cuatro años en el país de gobierno comunista, impulsada por la falta de divisas convertibles y la caída de la producción.
“La implacable devaluación del peso cubano está ensanchando la brecha entre quienes en Cuba reciben remesas en dólares de familiares emigrados al extranjero y quienes, muchos, dependen de los salarios estatales en pesos y cada vez tienen más dificultades para llegar a fin de mes en la Cuba de hoy”, explicó Bert Hoffmann, politólogo alemán en el German Institute of Global and Area Studies (GIGA) en Hamburgo.
La debilidad del peso, moneda en la que se paga a la mayoría de los cubanos, merma el poder adquisitivo de unos salarios ya de por sí míseros, que rara vez superan los 5.000 pesos mensuales, o 20 dólares al cambio actual. El coste local de muchos productos importados en dólares también se dispara con la caída del peso.
Los expertos estiman que el 40% de los 11 millones de cubanos dependen totalmente del peso y no tienen acceso al dólar.
“Políticamente, esta creciente desigualdad social golpea el corazón de la pretensión de legitimidad del gobierno socialista. Económicamente, la caída de la moneda cubana refleja el colapso a cámara lenta de la economía productiva de la isla”, añadió Hoffman, cuyos estudios se especializan en Cuba.
Mientras que las autoridades culpan principalmente de la crisis al endurecimiento de las sanciones estadounidenses y a la pandemia del COVID-19, los críticos señalan la lentitud de las reformas orientadas al mercado.
En julio, el ministro cubano de Economía, Alejandro Gil, admitió que la recuperación “no alcanza aún el ritmo necesario” en un panorama marcado por el incremento de precios. “La inflación es grande y es el problema más visible de la economía porque día tras día va disminuyendo la capacidad de compra del salario, de la moneda nacional (el peso cubano) e incentiva la dolarización”, reconoció.
Gil calificó el asunto como “complejo con el cual no estamos acostumbradosa lidiar”, al mencionar la tasa de cambio estable que tenía Cuba antes de la reunificación monetaria en 2021.
La inflación interanual del mercado formal de Cuba se situó en junio en 44,98 % frente al 28,86 % del mismo mes de 2022, atizada por los alimentos y la restauración, según los últimos datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei).
Pero esas cifras incluyen la evolución de los precios en el mayoritario y mejor surtido mercado informal de la isla, más propenso a la inflación debido a la fuerte escasez de productos básicos que padece la isla y la falta absoluta de regulación.
Dos años después de las manifestaciones antigubernamentales, por las que cerca de 500 personas han sido condenadas, la isla comunista sigue sumida en una profunda crisis. La situación refleja la crisis económica de Cuba agravada por la combinación de los efectos de la pandemia, el endurecimiento de las sanciones de EE.UU. y los errores en la política económica. Ello se traduce en una profunda escasez de productos básicos (alimentos, medicinas, combustible), elevada inflación, dolarización parcial de la economía y apagones.
Ante estas dificultades, el gobierno aceleró la apertura económica, que es esencialmente estatal, hacia el sector privado, que alivió ciertas carencias, pero aumentó las desigualdades debido a los altos precios.
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