Canserbero: el artista que desafió al chavismo y murió envuelto en misterio

Canserbero: el artista que desafió al chavismo y murió envuelto en misterio

En 2011, Tirone González era un joven analista de reclamos de una empresa de Maracay. Cumplía con su horario de oficina mientras estudiaba Derecho, y usaba su tiempo libre para convertir en música toda la crítica y la ironía que masticaba durante el día. Al mismo tiempo, su alter ego Canserbero era un artista pujante del underground de Venezuela.

Había grabado su primer álbum de estudio en 2010, Vida, con el productor Kpu. Pero su carrera en el hip hop había empezado cuando tenía 11 años. Durante toda su adolescencia, Tirone se dedicó a hacer composiciones con los músicos con los que creció en Palo Negro, como Black Kamikase, Afromak y Lil Supa.

Él era fanático del blues y el jazz, ritmos a los que les debía las bases sobre las que se asentaban sus rimas. Creció leyendo a Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges y Fiódor Dostoievsky, cuyas obras consideraba «las letras que han perdurado en la historia», además de a críticos como Eduardo Galeano.

Pero también la vida le enseñó varias cosas. A los 9 años perdió a su madre y se fue a vivir con su padre. Cuando tenía 12, murió su medio hermano en un tiroteo.

Luego de una experiencia que gravitaba más hacia canciones nostálgicas y pacíficas, el joven artista empezó a incursionar en un sonido más oscuro, con letras crudas que muchas veces hablaban de sus propias experiencias.

Al mismo tiempo, se subía a los escenarios a soltar sus primeros ladridos en la escena local, vestido con camisa negra y shorts. Y a donde iba era recordado. Su estilo se diferenciaba por su brutal voz, que cambiaba de tono dando la impresión de que había varias personalidades interactuando. Él mismo alimentaba el juego diciendo que de ahí venía su nombre artístico: de Can Cerbero, el mítico perro de tres cabezas que vigilaba el ingreso al inframundo griego.

«Es muy extraño, un día estaba con el uniforme de mi trabajo haciendo la cola para el banco y llega gente a pedirme un autógrafo», contó en una entrevista de 2012. «Llevo una vida demasiado normal. Tengo mis estudios, mis clases, mis trabajos. Todo el que empezó a hacer rap en Venezuela, lo hacía porque le gustaba y ya. Nadie se iba a hacer millonario del rap, nadie se ha hecho millonario del rap en Venezuela».

Acababa de publicar su segundo álbum de estudio, Muerte, en ese mismo año. Tenía 24 años. Poco tiempo después tenían lugar sus primeras giras internacionales, que lo llevaron a Perú, Colombia, Argentina, Chile, México.

«Es épico», del mencionado álbum, es una auténtica tragedia griega ambientada en el Infierno de Dante Alighieri, sobre un joven que baja a desafiar al Diablo, después de vivir el asesinato de su hermano. Una oda a la venganza, rapeada sobre el cambiante ritmo cardíaco (el «tucún tucún») de su narrador.

Esa pulsión tanática empezó a ganar terreno en sus letras. «Lamentablemente he muerto, pero no dejaré la música, pues el alma no ha salido de mi cuerpo. Flotando al sitio donde sea su puesto, a recibir el determinado castigo si es que acaso lo merezco», dice un fragmento de «C’est la mort» (2012).

Vida, muerte, violencia, drogas, gente «buena» haciendo cosas «malas», y viceversa. Todo eso también se encontraba en la poesía social de Canserbero, que empezó a popularizarse en todo el continente, al tiempo que él se posicionó como un referente del hip hop latinoamericano.

«Esta canción no es para nadie, que no tenga ganas de matar a alguien por falso y coño ‘e su madre. Otra mano con puñal en mi dorsal, la mano de un tal carnal, hermano que mi mano solía estrechar», escribe en «Jeremías 17-5» , incluida en Muerte.

«Es inevitable que hables de política»

Su osadía lo llevó inevitablemente a criticar al gobierno venezolano en más de una ocasión. Llegó a definir las políticas del chavismo como «buena idea, pero con una aplicación discutible», y hasta le dedicó sus propias rimas al fallecido presidente venezolano.

«Seguiré diciendo Venezuela, así Hugo Chávez me diga escuálido algún día en la cadena. Le escribiré un tema de lo que pienso y lo que veo, pues no me importa hablarle feo a quien sea por lo que creo», se plantó en «Advertencia», letra escrita en 2009, cuando no tenía tanta visibilidad.

No perdería el hábito. «Si no eres un idiota, tienes que entender de política, y un punto en que es inevitable decir lo que sientes, lo que crees. Es inevitable que hables de política. Qué más importante, que hablar del destino de millones de personas», declaró en un foro sobre música y hip hop en 2012.

«Estoy esperando que (Nicolás) Maduro se quite los extremos del bigote. No falta nada», ironizó en Twitter en 2013. Ese mismo año, formó un dúo con el rapero Apache, lanzando «Apa y Can». El álbum contiene serias críticas al accionar de la policía en Venezuela, a la que Apa se refiere como «el hampa en uniform» en la canción «Stop» .

Canserbero, que ya había visitado la Argentina en 2012, volvió a estas tierras en 2014, cuando dio recitales por poco más de 100 pesos en Mar del Plata y San Justo, La Matanza. Hizo una de sus últimas entrevistas en televisión con el canal argentino CMTV, en los días previos a esas funciones, en diciembre. El artista se encontraba buscando músicos para armar una banda para el año entrante.

«Cuando subimos los discos (a Internet) creamos la página para subirlos. Se descargaron muchísimo. Debo agradecer porque tuvimos más de 150.000 descargas. Ahora me arrepiento de no haber vendido el disco a un dólar», bromeó esa vez.

Versiones sobre su deceso

El 20 de enero de 2015, a las 5:00 am, Canserbero fue encontrado muerto frente a una urbanización de Maracay, en cuyo décimo piso se halló el cuerpo de su amigo, el bajista de reggae Carlos Molnar. También se encontraba allí la novia de Molnar, Natalia Améstica, quien quedó como la única testigo del caso.

La hipótesis extendida a través de la prensa fue que el rapero se arrojó del departamento de su amigo, luego de matarlo a puñaladas en un arrebato psicótico. El periódico El Siglo, editado en Maracay, publicó que el bajista lo había invitado a su casa «con la intención de ayudarlo a superar el agudo cuadro de depresión que estaba atravesando».

Las inconsistencias en las primeras versiones sobre el suceso, propiciaron todo tipo de teorías conspirativas contra el gobierno venezolano, sobre todo después de que la familia de Tirone desconociera las enfermedades mentales que se le estaban atribuyendo al rapero de 26 años en los medios locales.

Su legado

A cinco años de la partida de Tirone, su muerte no ha sido esclarecida, el caso no tiene sentencia ni acusados, y la única testigo se fue a vivir a Chile. Pero la leyenda de Canserbero se agranda.

Es como si la curiosidad por la muerte hubiera pasado del artista a sus fanáticos, que aumentan de número cada día, haciéndose presente también la frustración por un talento que se fue tan joven, o el fastidio por haberlo conocido tarde. Su legado para la música latinoamericana es incalculable.

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