BRASIL
Desde que perdió la elección contra su archirrival, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se mantuvo en silencio y ausente del ojo público, y pasa sus últimas seis semanas en el poder recluido en el Palacio de la Alvorada, donde delega sus tareas y discute con su equipo de gobierno su futuro político.
Tras su derrota en la segunda vuelta presidencial el 30 de octubre, que le llevó casi dos días asumir, el ultraderechista y excapitán del ejército, de 67 años, prácticamente se retiró de la vida pública, incluyendo las redes sociales, su principal canal de comunicación con sus seguidores.
Según versiones de la prensa brasileña, Bolsonaro, quien no ha felicitado a Lula por su victoria, analiza viajar fuera del país para estar ausente en la ceremonia de asunción del nuevo presidente, el próximo 1 de enero de 2023.
Esta mañana, el vicepresidente brasileño, el general Hamilton Mourao, afirmó que ni él ni Bolsonaro entregarán la banda presidencial al mandatario electo.
“Si el presidente no va a querer pasar la banda a Lula, no tiene sentido que yo lo haga, yo no soy presidente y no puedo entregar aquella banda. Entonces que sea guardada y que cualquiera se la entregue a Lula”, declaró Mourao al diario Valor Económico.
En el reportaje comentó que está pronto para dejar su cargo ante la llegada del gobierno encabezado por Lula y Geraldo Alckmin como futuro vicepresidente. “Estamos limpiando las mesas, un nuevo inquilino está llegando” al despacho del vicepresidente, señaló.
Consultado sobre cómo será el trato del futuro gobierno con los militares, respondió: “la relación de los gobiernos del PT con las Fuerzas Armadas fue más o menos tranquila”, porque Lula “siempre se condujo con cautela”.
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