TEGUCIGALPA, HONDURAS.
Toda época tiene su imaginario colectivo a partir del cual se construyen los mitos. A los niños educados en la fe católica se les hace imaginar el cielo como un paisaje etéreo plagado de ángeles que revolotean por las nubes acompañando a nuestros antepasados, quienes caminan alrededor de un anciano muy sabio con una barba blanca (gracias, en parte, a la imagen de Dios que pintó Miguel Angel en la Capilla Sixtina).
En el siglo XIX, los escritores decadentistas tenían también su propio paraíso idealizado al que llegaban a base de absenta y recitar poemas, encarnado en el mito clásico del Monte Parnaso, donde residía Apolo junto a las divinidades griegas (y también llevado al mundo de las imágenes gracias a Rafael Sanzio).
Pues de algún modo, en esta época en la cual todos en algún momento de nuestra vida nos hemos sentado frente a un ordenador y transitamos hacia una era transhumanista, la perfecta imagen del paraíso bien podría ser el ‘wallpaper’ más famoso de todos los tiempos: la mítica campiña verde del Windows Xp.
¿Quién no ha salido a dar un paseo por el campo y se ha parado en algún momento frente a la vista de una colina verde creyendo que tenía delante de sus ojos esta fotografía que marcaba el inicio de nuestra actividad digital?
Pues de algún modo, en esta época en la cual todos en algún momento de nuestra vida nos hemos sentado frente a un ordenador y transitamos hacia una era transhumanista, la perfecta imagen del paraíso bien podría ser el ‘wallpaper’ más famoso de todos los tiempos: la mítica campiña verde del Windows Xp. ¿Quién no ha salido a dar un paseo por el campo y se ha parado en algún momento frente a la vista de una colina verde creyendo que tenía delante de sus ojos esta fotografía que marcaba el inicio de nuestra actividad digital?
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