¿Hay alguna relación en nuestra vida más compleja que aquella con nuestros padres? Probablemente no. Cuando somos niños, nuestras figuras parentales crean toda nuestra realidad. Nuestra vida depende de ellos. Nuestro principal impulso es recibir amor de ellos, estar conectados con ellos y hacerlos sentir que están orgullosos de nosotros. No es de extrañar que muchos de nosotros, a lo largo de nuestras vidas, nos sentimos obligados a complacerlos de muchas maneras. Y ¿quién puede culparnos? Nos trajeron al mundo, nos mantuvieron a salvo, nos alimentaron y nos cuidaron.
Sin embargo, ¿Le debemos algo a nuestros padres? Yo diría que sí, les debemos la vida. Pero seamos honestos, es una deuda que nunca vamos a poder pagar. Porque es lo más grande que te han podido dar, y tu no puedes sacrificar tu vida por ellos, y mucho menos puedes dar la vida a ellos. Y eso es lo que todo adulto debería entender, pero la realidad de la situación no es así. Mucho de nosotros sentimos la necesidad de complacer en todo momento a nuestros padres y en algunos caso de forma compulsiva. Tomamos decisiones importantes en nuestra vida por complacer los ideales de ellos, a veces incluso sacrificando nuestra felicidad por miedo a decepcionar a nuestros padres.
¿Porque tenemos miedo a decepcionar?
Esto proviene de una herida profunda al abandono o al rechazo en nuestro subconsciente. Muchos de nosotros aprendimos que el amor es condicional. Tuvimos que trabajar para conseguirlo desde niños. Aprendimos que el amor o aprobación podia dejarnos en cualquier momento. De niños pensamos, de forma subconsciente, que si nuestros padres se enfadan con nosotros, es posible que nos dejen de querer, se marchen o nos expulsen. Es una herida que nos condiciona enormemente.
Hay que aclarar que la mayoría de estas cosas, los padres ni siquiera son conscientes de que lo están ocasionando. En la mayoría de los casos solo buscan lo mejor para nosotros, pero sin querer pueden causar estas heridas. No es culpa de ellos. Incluso ellos mismos, sin darse cuenta, cargan con estas heridas y simplemente nos la han transmitido.
Pero lo cierto es que llega un punto en nuestras vidas que debemos romper con esa dependencia y búsqueda de aprobación para vivir una vida más plena y auténtica, pues cuando dejamos que nuestra necesidad de aprobación influya en la manera como nos tratamos a nosotros mismos y en la dirección de nuestra vida, puede estropear nuestro sentido de la felicidad y provocar una ansiedad implacable.
¿Qué podemos hacer para romper con la idea de que existes para complacer a tus padres?
Desecha la noción de que la aprobación equivale al amor
Depender de la aprobación de otros nos impide vivir con autenticidad. Decir que la validación y la aprobación externa viene antes que todo lo demás; es lo mismo que decir que tu propia felicidad, satisfacción, tus propias necesidades no importan.
George Gurdjieff, había escrito una frase en la pared de la habitación en donde solía recibir a las visitas. La frase era la siguiente «Si todavía no te sientes cómodo con tus padres, vete. No puedo ayudarte». ¿Por qué? porque el problema ha surgido allí y allí es donde hay que resolverlo; de lo contrario te perseguirá a donde vayas.
Deja ir la culpa y respeta tus deseos
La mejor manera de dar sentido a tu vida, es haciendo tu propio camino, construyendo tus propias ideas, tus propios valores y tu esencia personal. Puedes agradecer a tus padres que te dieron la vida, y dar gracias por todo lo que han hecho por ti. Piensa que la manera más efectiva de soltar esta culpa que puedes tener, por no hacer cómo ellos esperan de ti, es el agradecimiento y el caminar hacia adelante. Deja de mirarlos, empieza a ver lo que quieres tú, respeta tus deseos y atrévete a dar pasos hacia ellos.
Debes comprender que las expectativas de tus padres son diferentes a las tuyas.
De niños no podemos ver a nuestros padres como seres humanos con su propio trauma, su propio pasado y sus propios problemas. Todo lo que hacen, lo personalizamos. Ahora como adulto debes comprender que tus padres han vivido su propia historia. Tienen unas ideas que no tienen porqué ser las tuyas. Han ido asumiendo valores y creencias sobre cómo funciona el mundo en una época diferente a la que has vivido tú. Tus padres tienen su historia, y tu tienes la oportunidad de continuar escribiendo la tuya
Establece y haz cumplir tus propios límites
Aprende el poder de decir «No». Los límites claros nos ayudan a establecer cómo nos pueden tratar los demás y a crear un espacio seguro tanto emocional, como físico. Permiten que la gente sepa dónde estamos, qué aceptamos y qué necesitamos.
Esto es algo que probablemente no tuviste mientras crecías, así que puede resultar incómodo establecer límites y empezar a decirle a tus padres cómo quieres que te traten. Esto es común si te criaron en hogares con patrones codependientes (donde los límites no son claros o no existen). Los límites son esenciales en todas las relaciones saludables. Está bien limitar el contacto con tus padres. Las relaciones deben basarse en el respeto y no puedes respetar a las personas que te tratan mal continuamente.
El miedo a decepcionar se cura decepcionando
Tienes derecho a hacer tu propia vida, para ello vas a tener que aprender a responsabilizarte de ella. Cuánto antes te independices económica y emocionalmente de tus padres mejor. Es necesario que empieces a demostrarte a ti mismo, que eres capaz de ir hacia los objetivos que quieres lograr. Empieza a tomar decisiones por ti mismo, y manten estas decisiones a pesar de que a tus padres no les gusten.
¿Cómo se cura el miedo a decepcionar? Haciendo el ejercicio de decepcionar expresamente. Ojo, no hace falta que seas agresivo ni grosero, puedes decepcionar con respeto y cuidando las formas si puedes. Desde el amor y el respeto que les puedes tener, puedes enfocarte en tu vida para estar más feliz, puede ser que más adelante ellos puedan entender tus razones, pero si les tratas con cariño y amor, seguramente terminaran respetando tus decisiones.
Qué no estés de acuerdo en ciertos aspectos, no quiere decir que te tengas que llevar mal, ni que tengas que dejar de dialogar con ellos. Simplemente ten en cuenta que no es posible contentar a todos y mucho menos a ellos. Respeta tus propias decisiones y empieza a superar el miedo a decepcionar a los demás.
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