Luego del asalto al Capitolio protagonizado por simpatizantes del Presidente saliente de los EEUU, Donald Trump, Washington DC, la capital del país tiene estos días más tropas estadounidenses que Irak, Afganistán y Siria juntos. La principal amenaza ya no es Al-Qaeda o el Estado Islámico, sino el terrorismo doméstico.
Muchos culpan a Trump, por estos actos y por ende deberá pasar por un nuevo juicio político. Cuando se suba al ‘Air Force One’, lo último que Trump verá es una ciudad desierta y militarizada, con banderas de todos los estados que intentan simbolizar la unidad perdida y luces de tributo a los 400.000 muertos que ha dejado su mal manejo de la pandemia.
Cierres de carreteras y de líneas de metro, controles de vehículos, camiones militares, vallas y bloques de cemento fueron instaladas desde ayer para cercar la Casa Blanca y el Capitolio. Además hay más de 25.000 tropas preparadas por cualquier disturbio.
El centro de Washington se ha convertido desde esta semana en una zona fortificada para evitar cualquier incidente antes o durante la investidura del presidente electo Joe Biden.
Sépalo
El violento asalto al Capitolio el 6 de enero, en el que murieron 5 personas, llevó a incrementar la seguridad en la capital estadounidense y especialmente del National Mall, el recinto que alberga los monumentos más emblemáticos de la ciudad y donde se suelen concentrar multitudes.
Normalmente, las autoridades dedican meses a preparar un exhaustivo plan de seguridad para la toma de posesión presidencial, que suele ser un día de festividades. Pero este año las medidas serán inéditas, ante la amenaza de nuevos ataques organizados por grupos de extrema derecha.
El acceso a grandes partes de la ciudad ha sido restringido y el Servicio Secreto está coordinando el plan de seguridad, junto a al menos 20 agencias de seguridad y entidades de seguridad pública.
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