Lo que parecía el último trámite para certificar la victoria de Joe Biden se ha convertido en una situación de gravedad por las protestas alentadas por el presidente, Donald Trump.
Algunos diputados republicanos ya describen como un intento de golpe de Estado. Los partidarios del mandatario, alentados por él mismo en un mitin previo al acto, han asaltado el Congreso, sobrepasado cuatro líneas policiales y llegado a la puerta misma de la Sala de Plenos del Senado y la Cámara de Representantes, obligando a la policía a suspender las sesiones para evacuar a los parlamentarios.
La policía ha informado de que ha lanzado gases lacrimógenos para dispersar al grupo de partidarios de Trump, y está evacuando a los diputados y senadores después de que cientos de personas llegaran a la puerta de ambas cámaras.
La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, ha decretado el toque de queda inmediato. El periodista de HuffPost, Matt Fuller, ha compartido fotos de barricadas dentro de la Cámara de Representantes y ha asegurado que la policía ha sacado sus pistolas y ha disparado tras entrar algunas personas en la cámara ya vacía. AP y CNN informan de una mujer herida de bala.
El acto, en teoría, era simple. Los votos de los 50 estados y de la capital, Washington DC, llegaron en urnas ceremoniales y fueron entregados al vicepresidente, en este caso Mike Pence. Este abre las cajas y los sobres con los certificados, según establece la 12ª Enmienda a la Constitución y la resolución del Congreso y el Senado aprobada el pasado domingo sobre el funcionamiento del acto de hoy.
A continuación, Pence debía entregar los certificados a dos representantes de cada cámara, uno de cada partido, para que los leyeran. Una vez contabilizados, Pence anunciaría el resultado, quedando proclamado como presidente el candidato que haya superado los 270 votos.
Sin embargo, una docena de senadores y una mayoría de los diputados republicanos usaron una cláusula poco usada de una ley de 1887 para presentar objeciones a dichos votos. En principio, esa posibilidad se creó para escenarios en los que hubiera alguna grave crisis interna -como en 1876- y varias instituciones de un mismo estado mandaran varios documentos de voto diferentes, o hubiera dudas sobre la validez legal del documento, como pasó en 1800.
Pero este año, varios congresistas han objetado alegando las sospechas de fraude proclamadas por Trump que hasta el momento han sido desestimadas por 61 tribunales por falta de pruebas.
Trump contra Pence
Trump ha insistido en que hay otra opción en un mitin celebrado esta mañana ante el Monumento a Washington de la susodicha ciudad, ante los miles de seguidores que poco después avanzaron hacia el Capitolio.
Según las teorías del presidente, rechazadas ampliamente por expertos legales y negadas la semana pasada por dos tribunales, Pence podría negarse a aceptar a contar los votos de los estados que él quisiera, sin necesidad de contar con nadie, un acto que no tiene precedente alguno.
«Pence debe negarse a contar los votos y devolverlos a los estados para que los corrijan», dijo, advirtiendo que «si no lo hace, ya no nos llevaremos tan bien». En un comunicado antes de empezar la sesión, el propio Pence rechazó de plano esa teoría legal, lo que le enfrentará a su jefe en los últimos días de su mandato.
En su discurso, Trump advirtió de que «iré contra todos los republicanos cobardes que se nieguen a apoyarme». «Tenemos que deshacernos de ellos», dijo el todavía presidente. E insistió en que «Jamás nos rendiremos, ni aceptaremos la derrota».
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