El uso de gases lacrimógenos para dispersar a las multitudes ha sido criticado nuevamente mientras manifestantes en todo Estados Unidos continúan protestando contra el racismo sistemático y la brutalidad policial tras la muerte de George Floyd.
Expertos en salud han advertido que el uso del agente químico podría ayudar a que el coronavirus se propague porque irrita los pulmones y hace que la gente tosa. Y organizaciones como la Unión Estadounidense de Libertades Civiles han señalado que el agente químico está prohibido en la guerra.
Si el gas lacrimógeno está prohibido en el campo de batalla, ¿por qué entonces las fuerzas del orden público pueden usar gas lacrimógeno contra los civiles en su territorio? Esto es lo que debes saber.
Qué es el gas lacrimógeno
Primero, es importante entender qué es exactamente el gas lacrimógeno.
El gas lacrimógeno, también conocido como agente antidisturbios, es un compuesto químico que puede afectar temporalmente a las personas al irritar los ojos, la nariz, la boca, los pulmones y la piel, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC, por sus siglas en inglés).
Los dos agentes más comunes para el control de disturbios son la cloroacetofenona (CN) y el clorobencilidenemalononitrilo (CS), según los CDC.
A pesar de su nombre, el gas lacrimógeno en realidad viene en forma de polvo sólido. Los agentes CN y CS se despliegan como gas lacrimógeno cuando el polvo presurizado se mezcla en una formulación líquida que luego se libera al aire en forma de gotas o partículas.
Los gases lacrimógenos pueden causar lagrimeo excesivo, ardor o visión borrosa, así como secreción nasal o sensación de ardor dentro de la nariz, según los CDC. También puede causar dificultad para tragar, opresión en el pecho, tos, falta de aliento y sensación de asfixia.
Una persona que ha estado expuesta al gas lacrimógeno generalmente experimentará sus efectos durante aproximadamente 15 a 30 minutos después de haber sido retirado de la fuente y limpiado, según los CDC. Aquellos que están expuestos a agentes antidisturbios en las proximidades o en un espacio cerrado pueden experimentar efectos a largo plazo, como ceguera, glaucoma o insuficiencia respiratoria.
Cómo es legal su uso
Algunos años después del final de la Primera Guerra Mundial, los líderes mundiales se reunieron en Suiza y acordaron prohibir “el uso en la guerra de gases asfixiantes, venenosos u otros, y de todos los líquidos, materiales o dispositivos análogos” así como “el uso de métodos bacteriológicos de guerra”, de acuerdo con el Protocolo de Ginebra de 1925.
El acuerdo prohibió el uso de armas químicas y biológicas en la guerra, aunque no especificó qué gases estaban prohibidos exactamente.
Estados Unidos no ratificó el acuerdo hasta 1975, bajo la presidencia de Gerald Ford. Cuando lo hizo, se reservó el derecho de usar agentes antidisturbios para controlar a los “prisioneros de guerra”, entre otras excepciones.
En 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas finalizó la Convención sobre Armas Químicas, que prohibió el desarrollo, la producción, el almacenamiento y el uso de armas químicas y exigió a los países que destruyeran las armas químicas y las instalaciones de producción que poseían.
Prohibición de agentes antidisturbios
Incluido en el acuerdo también estaba la prohibición de agentes antidisturbios en la guerra. Dichos agentes se definieron como “cualquier químico no incluido en una lista, que puede producir rápidamente en los humanos irritación sensorial o efectos físicos incapacitantes que desaparecen en poco tiempo después de la terminación de la exposición”.
La Convención sobre Armas Químicas entró en vigencia en 1997. Pero en particular, el acuerdo incluía una excepción que permitía a las fuerzas del orden público utilizar agentes de control de disturbios para “fines de control de disturbios domésticos”.
En los últimos años, el gas lacrimógeno se ha utilizado para sofocar los disturbios civiles, no solo en las ciudades estadounidenses, sino también en Hong Kong, El Cairo y Río de Janeiro.
Portland, Denver y Seattle se encuentran entre las ciudades que han suspendido el uso de gases lacrimógenos para dispersar multitudes, al menos temporalmente.
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