TEGUCIGALPA, HONDURAS
Para los dominicanos de a pie, reconocidos como apasionados al deporte, resultó una sorpresa saber que siete disciplinas de los Juegos Centroamericanos y del Caribe transcurrieron en su país y ellos no se enteraron.
«¿No eran en El Salvador esas competencias?», fue una pregunta repetida de los aficionados que en el centro histórico, en los barrios y en alguna estación del metro vieron a alguien con una acreditación de los juegos regionales.
Algunos pocos supieron a tiempo de que Santo Domingo tenía entre sus deportes el taekwondo, uno de las más seguidas en la nación, pero la mayoría jamás se enteró de que la celebración en su tierra de una parte de la justa deportiva que Dominicana organizará de manera integra en el 2026.
Si los dueños de los juegos siguientes quisieron usar su condición de subsede para ensayar la logística del 2026, al menos en la publicidad reprobaron. En las dos semanas de competiciones no hubo anuncios, ni campaña para provocar la asistencia de la gente a los estadios. Fueron los Juegos del silencio.
Los dominicanos deben estar entre los más solidarios y hospitalarios del continente. Son alegres y disfrutan dar lo que tienen, lo cual debería ser un capital para promover los próximos Juegos, pero esta vez no fue así. No les dieron la oportunidad.
¿Qué deben cambiar las autoridades de Santo Domingo para ser una buena sede en el centenario de los Juegos Centroamericanos y del Caribe?
La respuesta la tendrán los analistas de Centrocaribe Sports. De momento, una de las prioridades deberá ser respetar a los medios de comunicación, a los que ignoraron en la subsede, sin salas de prensa, ni información, ni posiciones en los estadios.
En taekwondo, por ejemplo, los fotógrafos fueron bajados de la tarima de mejor vista y trabajaron desde las gradas porque el espacio de ellos fue reservado para poner unas sillas en espera de que algún político llegara. Los de prensa escrita sobrevivieron gracias a que la aplicación de los Juegos funcionó como reloj.
Los pabellones sedes del taekwondo y el raquetbol son de primer nivel, pero en otras sedes para del 2026 los dueños de los juegos deberán invertir. La pista de atletismo, rota, sede de la prueba ‘láser-run’ del pentatlón moderno, deberá ser cambiada, lo cual costará dinero, sin embargo, se quedará en la capital y por fin el equipo nacional tendrá un buen lugar donde entrenarse.
Una pista nueva seguro está en los planes de los inversores, que también deberán tomar nota de que las condiciones de la oscura sala de esgrima pueden ser mejores y en el hockey sobre césped algunos partidos se celebraron sin pizarra ni reloj. En otras sede también hay margen de mejoría y las carencias son tan fáciles de resolver como las de la esgrima y el hockey.
Dominicana cuenta con un Centro Olímpico con escenarios que han sido asiento de eventos mundiales. Están cerca unos de otros y eso es una prestación que aumentará confort a los deportistas en los Juegos de Santo Domingo 2026.
Hay asuntos que cuidar para entonces. Esta vez en las ceremonias de premiación cortaron los himnos nacionales para ahorrar segundos, sin embargo, las loas a los políticos presentes en varios casos demoraron más que cinco himnos uno detrás del otro.
Cuatro días antes de terminar los Juegos en Santo Domingo, un loco de barba rala se apareció en la Avenida Máxima Gómez, una de las del Centro Olímpico, con un cartel que anunció el apocalipsis para dentro de tres años. Fue un mensaje religioso ajeno a los Juegos, al que las autoridades de Santo Domingo 2026 no deben hacer caso porque si trabajan tendrán unos buenos Centroamericanos y del Caribe.
Luego está lo del rendimiento del equipo dominicano. Ahí sí parece que el país tiene todo para cumplir en el 2026 la mejor actuación de su historia, con medallas en casi todos los deportes; atletismo, taekwondo, voleibol, baloncesto, boxeo y béisbol entre los principales, que pueden poner a República Dominicana entre los cinco primeros de la tabla de medallas. O tal vez entre los cuatro.
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