El golpe al sector del turismo y al educativo en Rusia puede ser enorme, pero el Gobierno ruso ha decidido suspender la entrada de los ciudadanos chinos en el país debido al coronavirus. La decisión afecta a los viajes de negocios, estudios, turismo y laborales. Es decir, básicamente todos los que no tengan un carácter especial o diplomático. Rusia ya había cerrado las fronteras terrestres con China en un intento por contener la epidemia de Covid-19, que se ha cobrado la vida de 1.770 personas en el país vecino y ha infectado a más de 73.000 en todo el mundo. El veto entra en vigor el próximo jueves, 20 de febrero y no afectará a los viajeros en tránsito. Otros países han impuesto restricciones de viaje y entradas, pero la decretada por Rusia es por ahora la medida más estricta.
El Ejecutivo ruso ha argumentado la decisión “debido al deterioro de la situación epidemiológica en China y la llegada continua de ciudadanos” de ese país a Rusia, según ha explicado la vice primera ministra Tatiana Golikova, encargada del dispositivo especial para estudiar y frenar el coronavirus. No ha precisado cuánto tiempo durará la suspensión, firmada por el primer ministro, Mijaíl Mishustin. Solo que es «temporal».
2,3 millones de ciudadanos chinos entraron en 2019 en Rusia, según los datos del Servicio Fronterizo Federal del país. De ellos, 1,5 millones llegaron para hacer turismo. Desde que Occidente impuso a Rusia sanciones por anexionarse la península ucrania de Crimea, en 2014, Moscú consolidó un giro hacia Asia, apostando por los negocios con ese país. El presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping, mantienen excelentes relaciones. Pero eso no ha impedido a Rusia —que ha ofrecido a Pekín sus expertos y medios científicos para combatir el virus— tomar una decisión drástica que puede, además, afectar a su economía, ya tocada por las sanciones y la caída del precio de los hidrocarburos.
Sin embargo, algunos expertos rusos se han apresurado a restar gravedad a la medida. Como la Unión Rusa de la Industria de Viajes, que ha apuntado que los viajes procedentes de China ya se habían reducido debido a la epidemia.
Pese a todo, no hay ningún caso actual reportado de Covid-19 en territorio ruso. Dos personas de nacionalidad china, a los que se les detectó la enfermedad en las regiones de Tiumen y Transbaikalia hace semanas, recibieron ya el alta. Sin embargo, una veintena de personas permanece en cuarentena en centros hospitalarios rusos, algunos de los cuales fueron evacuados por las autoridades rusas desde la región de Hubei, el epicentro de la epidemia. Otros llegaron por su cuenta de China y acudieron al hospital al comenzar a sentirse mal. Ninguno ha dado positivo, de momento al virus.
Un cálculo del The New York Times estima que, entre los 1.400 millones de habitantes de China, al menos 750 millones sufren algún tipo de restricción en su libertad de movimiento. De ellos, 150 millones tienen limitada la frecuencia con la que puede abandonar su hogar.
Mientras tanto, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha asegurado este martes en una rueda de prensa que todavía se puede prevenir una «crisis global más amplia» del nuevo coronavirus.
Además del cierre de sus casi 4.300 kilómetros de fronteras terrestres con China (unos 16 cruces, que han permanecido vigilados y con entradas superrestringidas), Rusia recortó el tráfico aéreo hacia el gigante asiático el mes pasado. Solo se permitía volar hacia y desde China a la compañía de bandera rusa Aeroflot y a cuatro aerolíneas chinas. Y todos los pasajeros llegados de ese país debían pasar por una terminal determinada del aeropuerto moscovita de Sheremetievo, donde se han habilitado escáneres de temperatura.
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