El día en que Naciones Unidas advirtió que los afganos se enfrentaban a la hambruna en un país al borde del colapso total, los rivales políticos en Washington estaban obsesionados con sacar provecho político del caótico final de la guerra más larga de Estados Unidos.
El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, se convirtió en el primer alto funcionario de la administración de Biden en testificar ante el Congreso sobre la salida final apresurada, sangrienta y humillante de EE.UU. de Kabul el mes pasado después de dos décadas de conflicto.
Y demostró, como fue el caso durante la retirada de Estados Unidos y los años de batalla, que la percepción de los eventos en Afganistán como se ve desde Washington a menudo difiere de la lamentable realidad en un Estado fallido nuevamente controlado por gobernantes fundamentalistas.
La audiencia prosiguió después de que el grave estado de Afganistán tras la retirada de Estados Unidos y los esfuerzos fallidos de construcción de la nación se pusieran de relieve en una advertencia del secretario general de la ONU, António Guterres. El secretario general dijo que los afganos se enfrentan al «colapso de todo un país» y, mientras muerde una sequía severa, ya están experimentando «una de las peores crisis humanitarias del mundo».
«Hoy, uno de cada tres afganos no sabe de dónde vendrá su próxima comida. La tasa de pobreza está aumentando y los servicios públicos básicos están al borde del colapso», advirtió Guterres en una conferencia de ayuda de la ONU en Ginebra, un triste recordatorio de que mientras los líderes estadounidenses revisan puntajes políticos sobre un conflicto estadounidense perdido, los afganos siguen estando maldecidos por las terribles consecuencias de la salida de Estados Unidos y décadas de guerra antes de eso.
La audiencia, que será seguida por la comparecencia de Blinken ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado el martes, representó una prueba para el secretario de Estado y su capacidad para frenar las críticas políticas al presidente Joe Biden por la retirada de Estados Unidos.
La muerte de 13 millones de estadounidenses en un atentado suicida frente al aeropuerto de Kabul, junto con decenas de afganos, cristalizaron el espectáculo de una retirada del país. La retirada caótica vio confundidas repetidamente las garantías de Biden de una salida segura y estable, lo que contribuyó a dañar la posición política del presidente.
Los republicanos buscaron aprovechar esa percepción de una crisis de competencia en la audiencia con ataques abrasadores a la administración, mientras el Partido Republicano forja una narrativa de una Casa Blanca débil que se rinde a los terroristas, siguiendo el ejemplo del expresidente Donald Trump como trata de revivir su propia fortuna política/CNN en Español.
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