La campaña política más tormentosa de la historia reciente de Perú va a tener un final a la altura. El profesor de escuela Pedro Castillo ganó las elecciones por un margen de solo 63.000 votos, de acuerdo al conteo casi definitivo. Pero su rival, Keiko Fujimori, ha pedido la anulación de miles de papeletas, lo que podría dar un vuelco al resultado. Uno y otro se preparan para una batalla legal que podría alargarse durante dos semanas y tensar todavía más un país que ha quedado fracturado por la polarización que ha generado la elección entre dos líderes populistas.
El sistema electoral peruano realiza el conteo con luz y taquígrafos. Las actas pueden consultarse en línea. Los observadores internacionales felicitaron al país por la organización del día de la votación. El recuento fue muy ajustado, de infarto. El asunto se iba a resolver por medio punto. Las dos candidaturas aseguraron que respetarían el resultado llegado el momento e incluso firmaron compromisos democráticos públicos ante las dudas que generaban. Cada uno por motivos distintos. Castillo por estar adscrito a un partido declarado marxista-leninista y Fujimori por reivindicar en ocasiones el gobierno autoritario de su padre, Alberto Fujimori. Llegado el punto de quiebra, la victoria en las urnas de Castillo, Keiko ha pedido la nulidad de 800 mesas electorales, algo inédito en la democracia del país.
Fujimori cuenta con el respaldo de los bufetes más prestigiosos de Lima, donde la candidata conservadora ha recibido de manera abrumadora el apoyo de las élites. Las pruebas de ese supuesto fraude no están, por el momento, a la altura de esa reputación. Ha presentado casos de defecto de forma muy menores, como que la firma de un encargado de mesa no es idéntica a la de su documento de identidad o que había tres hermanos en Puno en una misma casilla, algo prohibido por ley. La identidad de esas tres personas fue revelada. Los tres han asegurado que no son familia y que en el lugar en el que viven hay cientos de personas con su mismo apellido. También se han presentado como pruebas de una conspiración urdida por el partido de Castillo —una formación regional caótica e improvisada cuya jerarquía no está clara— vídeos y fotos falsas que circulan por internet. Expertos electorales consultados por este periódico, como Fernando Tuesta, exjefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales, considera que no existen indicios de que se haya producido un fraude.
La anulación de esos votos que exige Fujimori supondría invalidar la voluntad de zonas completas, las más pobres y alejadas de Lima, que han apoyado al candidato. La candidata conservadora apela como prueba a que en algunos de esos lugares ha sacado cero votos. Ahí Castillo, que ha hecho campaña con un discurso contra las élites, ha arrasado. En algunas regiones ha rozado el 90%. Ha quedado de manifiesto que el fujimorismo tiene muy poco impacto en el sur del país. El Jurado Nacional de Elecciones, el último órgano de un sistema muy garantista, lo que retrasa el conteo, tendrá la última palabra sobre un proceso que ya ha comenzado y que, de acuerdo a los expertos, podría demorarse dos semanas.
La anulación de esos votos que exige Fujimori supondría invalidar la voluntad de zonas completas, las más pobres y alejadas de Lima, que han apoyado al candidato. La candidata conservadora apela como prueba a que en algunos de esos lugares ha sacado cero votos. Ahí Castillo, que ha hecho campaña con un discurso contra las élites, ha arrasado. En algunas regiones ha rozado el 90%. Ha quedado de manifiesto que el fujimorismo tiene muy poco impacto en el sur del país. El Jurado Nacional de Elecciones, el último órgano de un sistema muy garantista, lo que retrasa el conteo, tendrá la última palabra sobre un proceso que ya ha comenzado y que, de acuerdo a los expertos, podría demorarse dos semanas.
Otros dirigentes no han compartido con tanto entusiasmo su victoria. Hasta 17 expresidentes iberoamericanos han pedido a través de un comunicado que no se declare ganador a ningún candidato hasta que se resuelvan las impugnaciones. Entre los firmantes se encuentran José María Aznar, Álvaro Uribe y Felipe Calderón, entre otros. Piden que los candidatos ayuden a sostener la paz ciudadana. Ese es el temor ante estas dos semanas de incertidumbre, con los seguidores de ambos en la calle y la tensión en aumento.
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