El papa Francisco celebró este 24 de diciembre la misa del Gallo más solitaria, ante pocos fieles y adelantada para respetar el toque de queda debido a la pandemia, de este siglo.
“Tú que me salvas, enséñame a servir. Tú que no me dejas solo, ayúdame a consolar a tus hermanos, porque desde esta noche todos son mis hermanos”, declaró el papa desde la basílica de San Pedro enrarecida.
De esa forma, el papa estuvo acompañado por sus concelebrantes y por unos ciento cincuenta fieles, religiosos, religiosas y residentes del Estado pontificio, todos separados y con mascarillas.
“Hoy Dios asombra y nos dice a cada uno: ‘Tú eres una maravilla’. Hermana, hermano, no te desanimes ¿Estás tentado de sentirte fuera de lugar? Dios te dice: ‘No, ¡tú eres mi hijo” agregó.
“Para hacernos entender hasta qué punto ama nuestra condición humana: hasta el punto de tocar con su amor concreto nuestra peor miseria. Hablamos mucho, pero a menudo somos analfabetos de bondad”, concluyó.
“Es verdad: insaciables de poseer, nos lanzamos a tantos pesebres de vanidad, olvidando el pesebre de Belén. Ese pesebre, pobre en todo y rico de amor, nos enseña que el alimento de la vida es dejarse amar por Dios y amar a los demás”, apuntó.
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