La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó este jueves (11.06.2020) sobre la velocidad con la que la pandemia del COVID-19 avanza por el continente africano. La región pasó de 100.000 a 200.000 casos confirmados en apenas 18 días, y no hay visos de que esto vaya a detenerse, justamente en una de las zonas del planeta con mayores carencias en los sistemas sanitarios.
«Llegar a los primeros 100.000 casos tomó 98 días, y solamente 18 días para alcanzar los 200.000», indicó Matshidiso Moeti, directora regional para África de la organización, en una videoconferencia de prensa desde Ginebra. «Aunque esos casos no representan más del 3 por ciento del total mundial, está claro que la pandemia está acelerándose», afirmó.
Diez de los 54 países africanos son responsables del aumento de las cifras, lo que representa casi el 80 por ciento de todos los casos. Más del 70 por ciento de las 2.600 muertes confirmadas hasta la fecha se han producido en solo cinco naciones: Argelia, Egipto, Nigeria, Sudáfrica y Sudán. Sudáfrica es el país más afectado en cuanto a contagios, pues acumula el 25 por ciento del total en el continente.
Medidas efectivas, hasta el momento
Más de la mitad de los países africanos están experimentando la transmisión comunitaria del COVID-19. En muchos casos, ese fenómeno se concentra en las grandes capitales, pero los casos se están propagando a las provincias. «La acción rápida y temprana ha ayudado a mantener bajos los números, pero se necesita una vigilancia constante para evitar que el COVID-19 abrume los centros de salud», subrayó Moeti.
Muchos países del continente se apresuraron a adoptar pronto medidas drásticas de confinamiento y de salud pública, como promover la distancia social, la buena higiene de las manos y las pruebas y rastreo de contactos de personas con COVID-19 para aislar casos. Según la OMS, «estas medidas de salud pública y sociales han sido efectivas para frenar la propagación”.
En las últimas semanas, sin embargo, los países comenzaron a suavizar los confinamientos para reanudar algunas actividades económicas y sociales, dado que esas medidas han tenido un grave impacto socioeconómico. A juicio de la agencia de la ONU, la flexibilización de las restricciones debe ser un «proceso controlado» que ha de combinarse con extensas pruebas de detección del coronavirus.
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