El gremio médico teme que la aplicación generalizada de una tercera vacuna contra el covid-19 le reste impulso al esfuerzo de lograr que el 90 % de la población tenga las dos dosis del fármaco, según la meta que se ha propuesto el mismo Gobierno.
El 24 de septiembre, el presidente Nayib Bukele anunció la aplicación de una tercera inyección para las personas mayores de 60 años, personas con enfermedades crónicas y el personal de primera línea, como médicos, enfermeras, bomberos, cuerpos de seguridad, entre otros.
Ocho días después, el 5 de octubre, Bukele anunció que la tercera vacuna ya estaba disponible para todos los mayores de 18 años, a pesar de que no hay evidencia científica concluyente sobre la eficacia de esta medida en las personas sanas.
Uno de los principales temores de los médicos es que la tercera vacuna desvíe recursos que en este momento deberían concentrarse en promover las primeras y segundas dosis, ya que su cobertura aún no se acerca a la meta establecida. Debido a la aparición de variantes más contagiosas del covid-19 y al incremento en la cantidad de personas habilitadas para recibir la vacuna, el Gobierno aumentó su meta de vacunación al 90 % de la población.
En este momento, 5,700,208 personas mayores de 6 años pueden recibir la vacuna de covid-19, pero hasta el 7 de octubre, 3,544,315 tenían esquema completo. Es decir, el 62.2 % de la meta.
El epidemiólogo Wilfrido Clará explicó que la vacuna de refuerzo no es mala, más bien el principal cuestionamiento es si este es el momento para aplicarla. El especialista subrayó que los no vacunados son quienes están más propensos a infectarse de covid-19, transmitirlo, terminar en el hospital e incluso morir a causa de la enfermedad, por lo que la prioridad debe ser este grupo.
El beneficio (de aplicar una tercera dosis a personas sanas) puede ser marginal y jamás va a superar el beneficio de vacunar a quienes no tienen ni una vacuna», dijo.
El epidemiólogo Alfonso Rosales coincidió con Clará y también advirtió del riesgo de que más naciones comiencen a aplicar terceras vacunas. «Mientras no todos estén vacunados, la pandemia la vamos a seguir teniendo y si los países ricos empiezan a acaparar otra vez la vacuna para dar una tercera dosis, entonces los países pobres van a sufrir. En el caso de Centroamérica, tenemos una gran discrepancia entre Panamá, Costa Rica y El Salvador; y Honduras, Nicaragua y Guatemala. Mientras toda Centroamérica no esté protegida, no está protegido nadie. Mientras no protejamos a la región, no importa que El Salvador tenga el 100 % de su población cubierta», indicó.
Estadísticas oficiales recopiladas, reflejan las preocupaciones del gremio médico. Entre el 1 y el 7 de octubre, la cantidad diaria de terceras vacunas superó en 70 % a las primeras dosis. En ese periodo se aplicó un promedio diario de 16,101 terceras vacunas, frente a 9,444 primeras inyecciones.
Sin evidencia científica
por su parte el gremio médico también señaló que el Gobierno decidió generalizar la tercera vacuna sin que exista evidencia científica concluyente sobre los beneficios para personas sanas. Hasta la fecha se ha comprobado la eficacia de un refuerzo para personas inmunodeprimidas o adultos mayores, pero los estudios sobre sus efectos en el resto de poblaciones se cuentan con los dedos de la mano.
Apenas esta semana que concluye, el Ministerio de Salud de Chile publicó un estudio de efectividad de las vacunas de refuerzo en personas que han recibido CoronaVac, el fármaco desarrollado por la china Sinovac. En El Salvador, esta vacuna y la también china Sinopharm han sido ampliamente utilizadas en la estrategia de inmunización.
“(No se recomienda una tercera vacuna de refuerzo generalizada) porque no hay evidencia de que mejore la protección ni que haya una mejoría”. finalizó el epidemiólogo Alfonso Rosales.
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