Caracas, Venezuela – El presidente de Venezuela anunció el “avance médico” con un lanzamiento que podría escolarizar a un presentador de QVC [un canal de TV de compras en Estados Unidos].
Neutralizar el coronavirus sin un solo efecto secundario. ¿No hay aguja? No hay problema. Sólo unas gotas del líquido mágico bajo la lengua cada cuatro horas y es adiós al bloqueo, hola a la buena salud.
“De Venezuela para el mundo”, declaró Nicolás Maduro en un discurso por TV nacional, mostrando dos frascos brillantes de Carvativir.
Los profesionales médicos venezolanos dicen ahora que las “gotas milagrosas” de Maduro -que prometió que se producirían rápidamente en masa- son en realidad un extracto de la hierba de tomillo, utilizada en terapias homeopáticas y en la cocina ordinaria.
Sin embargo, hay un aspecto de la campaña de marketing que sí es cierto. Más que cualquier otra nación del hemisferio occidental, este Estado socialista roto podría necesitar un milagro para derrotar al nuevo coronavirus.
Venezuela está tan atrasada en el abastecimiento de vacunas que los analistas dicen que podría pasar hasta 2023 o más tarde antes de que adquiera las suficientes para lograr la inmunidad de grupo. Esto la sitúa en el último peldaño de las naciones -junto a sus pares autoritarios Corea del Norte, Siria y Myanmar- donde no se esperan campañas de vacunación generalizadas hasta mucho después de que el resto del mundo haya recuperado una apariencia de vida normal.
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