Apicultores y expertos estadounidenses se han mostrado muy preocupados por la salud de las colmenas de abejas en el país tras los avistamientos de avispones gigantes asiáticos en Washington, según ha informado The New York Times.
Este tipo de avispa, cuyo nombre es vespa mandarinia, tiene un tamaño de unos cinco centímetros y una envergadura alar de siete centímetros y medio. Además, pueden usar sus mandíbulas con forma de aletas de tiburón para eliminar una colmena de abejas en cuestión de horas, decapitándolas y volando con los cuerpos para alimentar a sus crías.
Apodado como ‘avispón asesino’, este insecto ha acabado con la vida de hasta 50 personas en Japón, ya que posee un potente veneno y un aguijón lo suficientemente largo capaz de perforar los trajes de los apicultores. Su aspecto es muy característico: cara ferozmente caricaturesca, con ojos de lágrima, rayas naranjas y negras repartidas por su cuerpo y alas anchas.
Estas características han hecho que los científicos de Estados Unidos hayan iniciado una búsqueda a gran escala de los avispones para evitar que se establezcan en el país y acaben con las colmenas de abejas. «Esta es nuestra ventana para evitar que se establezca», ha asegurado Chris Looney, entomólogo del Departamento de Agricultura del Estado de Washington, que explica que «si no podemos hacerlo en los próximos años, probablemente no se pueda hacer».
Looney además ha colocado varias trampas caseras colgadas de los árboles en la zona en la que fueron vistas para tratar de acabar con estos feroces insectos.
Los avispones han llegado también hasta Canadá, concretamente a White Rock (Columbia Británica) a unos 16 kilómetros de los avistamientos de Washington. El apicultor y entomólogo Conrad Bérubé fue seleccionado para acabar con el insecto en la región.
El experto decidió ir en busca de los ‘avispones asesinos’ por la noche, cuando estuvieran en su nido. Berubé se vistió con pantalones cortos y otros de chándal gruesos, un traje de apicultor y unas férulas de Kevlar en los tobillos y muñecas. El ruido del cepillo y la luz de la linterna despertaron a la colmena, que le atacó, recibiendo hasta siete picaduras. «Fue como tener chinchetas al rojo vivo en mi piel», explicó
Logró eliminar la colmena, pero al día siguiente tenía un gran dolor en las piernas como si hubiera contraído la gripe. Berubé afirmó que eran las picaduras más dolorosas que había sufrido en toda su vida laboral.
Jun-ichi Takahashi, investigador de la Universidad de Kyoto Sangyo en Japón, ha explicado que los ataques grupales de las avispas pueden exponer a sus víctimas a dosis de veneno equivalente al de una serpiente, por lo que varias picaduras pueden llevar incluso a la muerte.
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