TEGUCIGALPA, HONDURAS.
Investigadores españoles comprobaron que el COVID genera mayor senescencia, un estado en el que las células envejecidas pierden la capacidad de dividirse y de contribuir al funcionamiento del organismo. Expertos argentinos fijan límites a este estudio.
Lejos de quedarse en estudios aislados, las investigaciones sobre los efectos del coronavirus SARS-CoV-2 en el organismo se acumulan y demuestran cada vez más su incidencia negativa, incluso en un posible prematuro envejecimiento del paciente que sufrió COVID en forma grave y también prolongada.
Es que más estudios se acumulan y sugieren que el coronavirus ha demostrado que tiene la capacidad para provocar un envejecimiento de las personas de manera acelerada. El último, se trata de una investigación llevada adelante por científicos españoles involucrados en una investigación que comenzó al inicio de la pandemia, en marzo de 2020.
El CSIC informó que el trabajo que se ha publicado en la revista Aging Cell remarca la importancia de contemplar el impacto del entorno proinflamatorio originado por estas células en los efectos derivados del coronavirus.
Cuando comenzó la pandemia mundial a causa del coronavirus el Instituto de Salud Carlos III concedió una ayuda a 16 investigadores de ocho instituciones para que comenzaran a estudiar la relación entre los síntomas provocados por el virus y las células senescentes, también conocidas como “células zombis” por su comportamiento. La senescencia es un estado en el que las células envejecidas pierden la capacidad de dividirse y de contribuir al funcionamiento del organismo, pero sin embargo, no desaparecen, sino que con el paso de los años se van acumulando en casi todos los órganos, donde segregan moléculas inflamatorias y enzimas que degradan los tejidos.
“Lo más interesante es que estas células son metabólicamente hiperactivas, lo que las convierte en nocivas para el organismo al crear un escenario proinflamatorio crónico en los tejidos donde se acumulan. La idea era observar si el virus, cuando infecta, amplifica los efectos negativos de las células senescentes”, explicó Cayetano von Kobbe, el investigador del Centro de Biología Molecular que ha liderado el proyecto.
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