La nave espacial Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de la NASA estaba buscando hielo en los cráteres lunares polares , pero de repente advirtió un hallazgo inesperado que podría ayudar a aclarar una historia sobre la formación de la Luna.
Los miembros del equipo del instrumento Miniatura de Radio Frecuencia (Mini-RF) de la nave espacial Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de la NASA encontraron nuevas evidencias de que el subsuelo de la Luna podría ser más rico en metales, como hierro y titanio, de lo que los investigadores pensaban. Ese hallazgo podría ayudar a establecer una conexión más clara entre la Tierra y la Luna.
«La misión LRO y su instrumento de radar continúan sorprendiéndonos con nuevas ideas sobre los orígenes y la complejidad de nuestro vecino más cercano», dijo Wes Patterson, investigador principal de Mini-RF del Laboratorio de Física Aplicada (APL) Johns Hopkins en Laurel, Maryland, y un coautor del estudio, según refiere el sitio lanasa.net.
Las pruebas sustanciales apuntan a la Luna como el producto de una colisión entre un protoplaneta del tamaño de Marte y la Tierra joven, que se formó a partir del colapso gravitacional de la nube de escombros restante. En consecuencia, la composición química a granel de la Luna se parece mucho a la de la Tierra.
Sin embargo, si se mira con detalle la composición química de la Luna, esa historia se vuelve turbia. Por ejemplo, en las llanuras brillantes de la superficie de la Luna, llamadas tierras altas lunares, las rocas contienen cantidades más pequeñas de minerales que contienen metales en relación con la Tierra.
Ese hallazgo podría explicarse si la Tierra se hubiera diferenciado completamente en un núcleo, manto y corteza antes del impacto, dejando a la Luna en gran parte pobre en metales. Pero si se va hacia los mares de la Luna, las grandes llanuras más oscuras, la abundancia de metales se vuelve más rica que la de muchas rocas en la Tierra.
El equipo de Mini-RF encontró un patrón curioso que podría conducir a una respuesta. Usando Mini-RF, los investigadores buscaron medir una propiedad eléctrica dentro del suelo lunar apilada en los cráteres del hemisferio norte de la Luna.
Esta propiedad eléctrica se conoce como la constante dieléctrica, un número que compara las capacidades relativas de un material y el vacío del espacio para transmitir campos eléctricos, y podría ayudar a localizar el hielo que acecha en las sombras del cráter. Sin embargo, el equipo notó que esta propiedad aumentaba con el tamaño del cráter.
Para los cráteres de aproximadamente 2 a 5 kilómetros de ancho, la constante dieléctrica del material aumentó constantemente a medida que los cráteres se hicieron más grandes, pero para los cráteres de 5 a 20 kilómetros de ancho, la propiedad se mantuvo constante.
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