Francia inicia este viernes un nuevo confinamiento nacional para intentar frenar el coronavirus, una decisión drástica que tuvo que tomar el Gobierno ante el fracaso de otras medidas como los toques de queda regionales.
El país es el segundo de Europa, tras Irlanda, en aplicar un nuevo confinamiento nacional, que en este caso se extenderá inicialmente por un mes, hasta el 1 de diciembre.
Francia suma ya 36.020 fallecimientos y 1,282 millones de casos por la pandemia, con un ritmo de hospitalizaciones y de ingresos en cuidados intensivos cada vez más elevado.
La región de París vivió atascos récord en la noche pasada, con 730 kilómetros acumulados de filas de automóviles, después de otros 400 en la noche anterior, señalaron las autoridades de tráfico, mientras decenas de miles de personas abandonaban la capital y su periferia para pasar el confinamiento en sus lugares de origen o segundas residencias.
«Entiendo esa actitud. El confinamiento es extremadamente duro», señaló hoy a la emisora France Info la presidenta del consejo regional de París, Valerie Pecrésse.
Esta mañana, solo había 24 kilómetros de retenciones en los accesos a la capital, una cifra anormalmente baja. Las calles de París están bastante más tranquilas de lo habitual, con un apreciable descenso de la circulación de vehículos privados y, sobre todo, se ve en las aceras a personas con carritos de la compra doméstica.
De todas formas, este confinamiento es más suave que el que vivió el país entre marzo y mayo pasados.
Así, los ciudadanos podrán salir una hora al día, a un máximo de un kilómetro de sus domicilios, para pasear o hacer deporte, y se mantienen abiertas guarderías y educación primaria y secundaria.
Bodas y entierros podrán celebrarse, aunque con asistencia muy reducida (6 y 30 personas como máximo, respectivamente).
Sí cerrarán los establecimientos que reciben público y los comercios no esenciales. El Gobierno prometió revisar la situación al cabo de dos semanas para ver si es factible reabrir algunos de esos comercios.
El Ejecutivo que preside Emmanuel Macron intenta que este confinamiento tenga el menor impacto posible en una economía que se prevé que caiga un 11 % durante este año.
El ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, avanzó ayer que el Estado gastará 15.000 millones de euros por cada mes que dure el confinamiento en ayudas a las empresas afectadas, trabajadores autónomos y en el subsidio de desempleo parcial.
Siete de cada diez franceses aprueban el confinamiento, según un sondeo publicado por el diario Le Figaro, aunque solo una pequeña mayoría (52 %) respalda el cierre de comercios no esenciales.
El ministro del Interior ya ha garantizado que este fin de semana habrá flexibilidad en la aplicación de las medidas para asegurar que las familias que salieron para las vacaciones escolares de otoño puedan volver a sus casas de cara a la reanudación de las clases el lunes.
La flexibilidad también se extenderá para facilitar las visitas a los cementerios durante el próximo domingo, 1 de noviembre.
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