Tegucigalpa. “Nosotros como empresa privada trabajamos para que la curva del COVID-19 empiece a descender, aunque por ahora vemos que está en el pico”, dijo el presidente de la Federación de Cámaras de Comercio e Industrias de Honduras (Fedecámaras), Menotti Maradiaga.
Reconoció que los triajes impulsados por el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager) están funcionando y las brigadas médicas están llegando a los barrios y colonias de las principales ciudades, lo que no se había hecho antes.
En Tegucigalpa, ya funcionan triajes en el Centro Cívico Gubernamental (CCG), en el Instituto Nacional de Formación Profesional (Infop), en la colonia Mayangle y en la Universidad Católica de Honduras (UCH).
En ese sentido, Maradiaga dijo que “nuestro objetivo es poder salvar la mayor cantidad de empresas con apoyo del gobierno y de otros sectores del país”.
“Somos respetuosos y solidarios con el pueblo hondureño, hemos sacrificado nuestras empresas por más de 100 días de cierre, queriendo dejar claro que para nosotros lo más importante es salvaguardar la salud de nuestra gente”, sostuvo.
Alimento
“Pero también, vemos con preocupación que las personas están perdiendo el empleo y muchas de ellas andan pidiendo en la calle para llevar alimento a su familia”, lamentó el dirigente.
Según Maradiaga, “hay medio millón de empleos en juego los que por ahora están suspendidos, muchos de los trabajadores no volverán a sus plazas y lo que restará es seguir el proceso para rescindir su contrato”.
Lamentó que “muchas empresas fueron fundadas hace 20 o 30 años y están por cerrar debido a que no han tenido ventas a nivel nacional y no sólo de un rubro, sino que hablemos de varios”.
En ese sentido, precisó para el caso, “los sectores de turismo, restaurantes y el emprendedurismo que operaban a las orillas de las carreteras para poder promover sus propios productos, todo eso ya no está”.
“Muchos de esos compatriotas quedaron endeudados pues trabajaban con tarjetas de crédito, otros se financiaban no solo con préstamos bancarios, sino con agiotistas locales que les cobran altos intereses”, subrayó.
“Todos ellos están sufriendo una crisis económica en sus familias no sólo como personas e incluso muchos de nuestros colaboradores están enviando a sus hijos a pedir a la calle, porque ellos tienen vergüenza de hacerlo”, concluyó.
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