El cuadro clínico que presenta una persona contagiada de COVID-19 es complejo e incluso letal. El virus somete al organismo a un nivel máximo de estrés lo cual puede generar un colapso y por ende la muerte.
Durante el proceso virológico se ven afectados no solo los pulmones, sino también órganos como el corazón, riñones, páncreas e incluso el cerebro.
De ahí que no resulte extraño que las personas que las personas post COVID-19 puedan continuar experimentando una serie de síntomas tras haber logrado recuperarse.
Expertos han detectado al menos tres síntomas que son recurrentes en este tipo de pacientes. Afortunadamente señalan que no deben ser catalogados como señal de alarma.
Toda persona post COVID-19 experimentará dolor de espalda o de pecho, carraspera blanquecina y malestar general con sudoración fría y cefalea leve (como si me va a dar gripe), este último síntoma es intermitente.
Los médicos señalan otras posibles secuelas, aunque son menos comunes. El paciente podría experimentar cuadros de ansiedad o crisis de ansiedad; diarrea leve, pero persistente y mialgias localizadas con hormigueos y “venas hinchadas”.
En cuanto a los casos post neumonía COVID-19, los especialistas indican que los pacientes recuperados experimentarán cansancio fácil o disnea (dificultad para respirar) cuando hagan actividades.
Proceso de recuperación
La pérdida de olfato, la anosmia, es uno de los síntomas de COVID-19 que priva de los “olores de la vida”, un problema invisible pero “psicológicamente difícil de vivir” y que no tiene tratamiento particular.
No hay tratamiento específico para los problemas de olfato. Hay que tratar la causa pero “el problema de la anosmia relacionada con los virus, es que a menudo, el tratamiento de la infección viral no tiene efectos en el olfato”, precisó el doctor Corré.
“Según los primeros datos, un poco más del 80 % de los pacientes aquejados de COVID-19 lo recuperan espontáneamente en menos de un mes y a menudo antes, en 8-10 días”, puntualizó el médico.
Para otros, pareciera que las neuronas olfativas, que actúan como detectores de los olores, han sido destruidas por el virus. Pero la buena noticia es que estas neuronas, situadas en el fondo de nuestra nariz, tienen una capacidad de regeneración.
Los hospitales parisinos Rothschild y Lariboisière están realizando un estudio, el “CovidORL”, y ensayan la eficacia de los lavados de nariz con cortisona junto con la reeducación olfativa. Un tratamiento que ha demostrado su eficacia en anosmias originadas por catarros.
La reeducación olfativa permite seguir estimulando las funciones cognitivas, las vías que asocian la memoria y el olfato, detalló el otorrino.
Recomendó para ello, elegir cinco olores de la cocina —los que más te gusten— como canela, tomillo, laurel. Huélanlos dos veces al día, durante cinco a diez minutos, mirando lo que estás oliendo.
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