Los niños y adolescentes que viven con sobrepeso u obesidad tienen más probabilidades de convertirse en adultos con hipertensión a partir de los 50 y 64 años. De nuevo una investigación apunta el impacto de los hábitos saludables en la infancia y cómo ayudan a evitar ‘males mayores’ cuando crecen.
Los resultados de un estudio poblacional sueco de la Universidad de Gotemburgo han demostrado que la presión arterial se gesta en la infancia. Realizaron un análisis por sexos en el que observaron como varía el índice de masa corporal IMC) en hombres adultos: vieron cómo éste aumentó de forma lineal desde la infancia (a los ocho años) en los que tenían un IMC más alto, con un aumento del IMC durante la pubertad. En las mujeres, la presión arterial en la mediana edad aumentó en asociación lineal con un mayor cambio en el IMC puberal, pero no con el IMC infantil.
La hipertensión, llamada presión arterial alta persistente, se ha convertido en un importante desafío de salud pública en el mundo por su alta prevalencia y el riesgo asociado de enfermedad cardiovascular. La OMS estima que 1.280 millones de adultos de entre 30 y 79 años viven con hipertensión en todo el mundo.
La presión arterial alta es uno de los desencadenantes de accidentes cardíacos, cerebrovasculares y enfermedades renales crónicas, y se ha convertido en una de las causas de muerte prematura más prevenibles y tratables en todo el mundo. Los factores de riesgo modificables incluyen dietas poco saludables, inactividad física y sobrepeso u obesidad.
Los datos de obesidad en niños se sitúan en niveles de alarma. En 2022, más de 390 millones de niños y adolescentes de cinco a 19 años tenían sobrepeso, de los cuales 160 millones eran obesos, según datos de la OMS.
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