Roma. El embajador ruso en Italia, Sergei Razov, acudió hoy a la Fiscalía de Roma para interponer una querella contra el periódico La Stampa, tras la publicación de un artículo en el que se hipotetizaba el asesinato de Vladimir Putin.
«En el titular se considera el posible asesinato de Putin y esto está fuera de la ética, la moral y el periodismo. Pido a la magistratura italiana que examine este caso, confío en la justicia de este país», dijo el diplomático a los medios en la entrada de la Fiscalía.
El embajador, que lleva ocho años al frente de la legación diplomática en Italia, pide a los fiscales investigar si el rotativo incurrió en los delitos de apología del delito e instigación criminal.
El pasado 22 de marzo, La Stampa, propiedad de la familia Agnelli, publicó un artículo titulado «Guerra Ucrania-Rusia: si asesinar a Putin es la única vía de salida» en el que su autor, Domenico Quirico, reflexionaba sobre si un «tiranicidio» era o no moral.
El periodista, reconocido corresponsal de guerra y experto en política internacional, respondió al diplomático recomendándole contratar «un traductor mejor» porque, explicó, en su texto sostenía que asesinar a Putin era «inmoral».
Razov, entre el revuelo de medios que le esperaban a las puertas de la Fiscalía de Roma, arremetió también contra los países europeos que han enviado armas a la resistencia ucraniana.
«Nos preocupa que los armamentos italianos serán usados para matar a ciudadanos rusos (…) Los fusiles no solo son repartidos entre militares sino también entre ciudadanos y no sabemos cuándo y cómo serán utilizados», alertó.
Por otro lado, en Italia se ha reavivado la sospecha sobre la misión que Rusia envió a Italia en marzo de 2020, en los primeros días de la pandemia, con supuesta ayuda sanitaria y que hizo que un convoy ruso recorriera el país, por primera vez en un miembro de la OTAN.
El primer ministro por aquel entonces, Giuseppe Conte, compareció anoche ante el comité parlamentario para la seguridad de la República, que controla la acción de los servicios secretos.
Conte aseguró que los componentes de aquella misión, ofrecida por Putin, estuvieron en todo momento vigilados.
La cuestión clave es que la expedición rusa se componía de 22 vehículos y 104 personas, de las que 28 eran médicos, cuatro enfermeros, pero el resto militares cuya función ya entonces levantó sospecha porque nunca se aclaró.
«Hemos tendido una mano a los italianos y si alguno quiere morderla no me parece honorable. Yo como representante de Rusia siento vergüenza y pesar por esta caza de brujas», dijo Razov.
Un reproche al que ha respondido inmediatamente el ministro de Exteriores, Luigi Di Maio: «Cuando Italia fue el primer país en entrar en la pandemia recibió ayuda de todos los países del mundo. Tras los aviones rusos, por ejemplo, llegaron ucranianos», defendió./EFE.
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