El Día de San Valentín es considerado una de las fiestas más románticas y se celebra en todos los rincones del planeta. Sin embargo, ¿sabías que en realidad, tiene un origen bastante siniestro?
Aquí te presentamos algunos datos curiosos que demuestran que el Día de San Valentín es algo más que palabras de amor y regalos bonitos.
Los historiadores coinciden en que la romántica festividad tiene su origen en una fiesta romana llamada Lupercalia y dedicada al dios de la fertilidad, Luperco. La ceremonia pagana —celebrada ante diem XV Kalendas Martias, lo que equivale al 15 de febrero— comenzaba con el sacrificio de una cabra y un perro. Luego, los sacerdotes caminaban desnudos por las calles y manchaban a las mujeres con la sangre, algo que se creía que las haría más fértiles. La festividad también incluía un concurso para formar parejas al estilo del amigo secreto: los jóvenes sacaban nombres de chicas solteras de una vasija o caja, y la pareja formada tenía relaciones sexuales hasta el final de la fiesta.
Las lupercales fueron prohibidas por la Iglesia Católica en el año 494 d.C. debido a su carácter demasiado atrevido y obsceno.
Pero, ¿quién era San Valentín?
El nombre de la festividad más romántica se remonta al año 269. Según la tradición cristiana, ese año el emperador romano Claudio II ordenó torturar y decapitar a un sacerdote cristiano llamado Valentín por casar a los soldados con sus amadas en contra de la voluntad del monarca.
Más tarde, se convirtió en un santo católico y así comenzó la celebración de la festividad de todos los enamorados.
¿Cuándo se convirtió en el día de los enamorados?
El mítico poeta británico Geoffrey Chaucer fue uno de los primeros autores en hacer referencia al Día de San Valentín como una fecha para celebrar el amor.
«Pues esto fue en el día de San Valentín / Cuando todas las aves van ahí a escoger su pareja», escribió en El parlamento de las aves, una obra de 1382 escrita para conmemorar el primer aniversario del casamiento entre el rey Ricardo II de Inglaterra y Ana de Bohemia.
No obstante, algunos historiadores sugieren que el autor de Los cuentos de Canterbury se estaba refiriendo al 3 de mayo, la fecha en la que se conmemoraba a otro obispo cristiano, San Valentín de Génova, que murió alrededor del año 307 d.C.
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