Marruecos – Las lluvias torrenciales que azotaron el norte de África el mes pasado han obrado el milagro. Entre las dunas del desierto marroquí de Merzouga, en la provincia de Zagora, ha vuelto a la vida un lago que había permanecido seco durante más de medio siglo.
Cuatro semanas después de unas precipitaciones que provocaron inundaciones y riadas y dejaron 18 muertos en Marruecos, las balsas de agua perviven. A unos 300 kilómetros al suroeste de Merzouga, en Zagora, el lago Iriqui, de gran importancia ecológica para las aves migratorias que hacen la ruta entre Europa y África subsahariana, ha resucitado.
«La última vez que este lago tuvo agua fue en 1968. Cuando lo vi, contactamos de inmediato con nómadas en la zona que nos confirmaron que hay agua. Entonces nos desplazamos allí el 15 de septiembre, y el 16 la universidad publicó el tema en su página web», relata a Efe Adel Mouman, investigador especialista en el análisis de satélites en la Universidad Ibn Tofail de Kenitra. Fue él quien descubrió el resurgimiento del lago el 9 de septiembre cuando analizaba con las imágenes del satélite Sentinel el impacto de las inundaciones en la zona.
Un día después, la NASA publicó una imagen de satélite tomada el día 10 que muestra este lago y otros embalses de agua en la zona, comparando la foto con una de un año antes en la que no se percibe nada de agua. El investigador marroquí recalca que el lago tiene 13 kilómetros de largo y 11 kilómetros de ancho, una superficie también inédita, según confirmaron a Efe desde la Agencia Nacional de Desarrollo de Zonas de Oasis y del Árbol de Argán (ANDZOA, gubernamental), ya que en el pasado nunca había alcanzado esta superficie.
Vuelven crustáceos ‘dormidos’ durante medio siglo
Moumane tilda la resurrección del lago como «un fenómeno excepcional». «Era casi imposible que el lago resucitara, porque el río Draa (el más largo de Marruecos), que llevaba agua al lago en el pasado, ha desviado su ruta a causa de la sequía. Lo que ha pasado ahora es que a Iriqui le ha llegado agua desde el norte gracias a otro río, el Mhasser», explica.
«Es todo un ecosistema que resucita el lago», celebra Moumane, que precisa que el agua resucitó unos crustáceos llamados triops, cuyos huevos pueden resistir hasta 70 años en ambientes secos, y también permitirá el retorno de muchas aves migratorias, puesto que en el pasado Iriqui fue el lugar donde los flamencos dejaban sus huevos.
Según Mustapha Faouzi, director territorial de ANDZOA en Zagora, el lago ahora ha resucitado «el valor ecológico» de la zona. Su desaparición causó una disminución de la tasa de retorno de las aves migratorias a Europa, un fenómeno destacado también por especialistas en ornitología españoles, apunta.
«La rehabilitación del lago Iriqui es uno de nuestros objetivos primordiales por su importancia ecológica y para el turismo científico, es como un paraíso científico», apunta, pues disponía de 130 especies vegetales. El lago tiene un impacto positivo para la población de la zona, donde viven nómadas y personas semi sedentarizadas, y cuya actividad principal es el pastoreo.
El Iriqui, que se encuentra en una zona de desierto aislada, seguirá siendo objeto de investigaciones por parte de la universidad de Moumane, que volverá al lugar en unos días para comprobar si han regresado especies de aves que llevaban 50 años sin ir.
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