A principio de los años 80, luego de una larga y exitosa trayectoria, se dejó de emitir El chavo del 8 como programa independiente de Chespirito. Uno de los ciclos infantiles de habla hispana por excelencia. Y un segmento que nunca pasa de moda: aun hoy en varios países siguen repitiendo una y otra vez los episodios –en Argentina lo hace El Nueve-, cautivando del mismo modo que lo hacían en aquella época. Los fanáticos de la creación de Roberto Gómez Bolaños se siguen sorprendiendo, tanto como también lo hacen con cada detalle novedoso que va surgiendo.
Uno de los personajes que tenía poca participación pero que cada vez que lo hacía cobraba simpatía era el de Jaimito, el cartero, papel interpretado por Raúl Chato Padilla. Se incorporó en 1979, estuvo un año de manera permanente, y luego fue haciendo apariciones esporádicas hasta el final definitivo. Con su llegada, también se hizo la de doña Nieves, una simpática y agradable señora que era la abuela de la Chilindrina (ambos personajes fueron interpretados por María Antonieta de las Nieves).
Se trataba de un abuelo de cabello y bigote blanco, algo desprolijo, olvidadizo, que siempre estaba cansado y poco predispuesto para el trabajo, porque según su latiguillo quería evitar la fatiga. Jaimito tenía una bicicleta para repartir las cartas, pero siempre las llevaba a un costado, de tiro, porque decía que no sabía andar. También utilizaba una cartera en la que cargaba la correspondencia.
Cada vez que le preguntaban de dónde era, Jaimito contaba con orgullo que era de Tangamandapio. Cuando los chicos de la vecindad, como la Chilindrina, el Chavo o Quico, indagaban más por su lugar de origen, él decía que se trataba de una ciudad muchísimo más grande que Nueva York y que por esa razón no salía en los mapas. En aquel entonces, sin internet como referencia para una solución al instante, no quedaba más que creerle.
Sin embargo, curiosidades como estas comienzan a descifrarse gracias a la tecnología. Así como saber si el Chavo vivía en el departamento 8 de la vecindad o en el famoso barril fue uno de los interrogantes más buscando en Google, también lo era saber adónde quedaba la ciudad de Jaimito, si es que realmente existía. Para el público del momento, quienes no eran oriundos de México, decía que en realidad la localidad era ficticia, y que respondía al ingenio de Gómez Bolaños. Con este dato crecieron millones de chicos.
Ahora, con Google Maps como herramienta fundamental para situarse en cualquier punto del globo terráqueo y recorrerlo como si hubiésemos sacado un pasaje hasta ahí, es mucho más fácil. Mediante la función Street View, con tan solo escribir “Tangamandapio” uno puede recorrer sus callecitas. Incluso la persona que se tome ese trabajo se puede parar frente a la estatua que le hicieron al personaje. La placa que la acompaña dice: “En memoria de Jaimito, el cartero. A quien el pueblo de Tangamandapio le rinde homenaje póstumo por haber dado a conocer nuestro municipio a nivel internacional”.
El punto geográfico en cuestión no es una ciudad más grande que Nueva York, claro, sino que se trata de un pueblito de poco más de 23 mil personas, que está ubicado en el estado de Michoacán. Su nombre significa “tronco podrido que se para en posición vertical en el agua”. Año a año recibe poco turismo, y en general proviene de mexicanos que conocen la historia del personaje de El chavo del 8.
En los últimos años el crimen organizado se apoderó de la tranquilidad de Tangamandapio. Los robos y los asesinatos relacionados con la droga y el narcotráfico ocupan las páginas de los periódicos locales. Sus periodistas aseguran que esto va en aumento y que la policía del pueblo trabaja a destajo para combatir los delitos. Porque lamentablemente en esa localidad que durante años despertó la imaginación de millones de niños, la realidad hay poco lugar para la inocencia: la realidad parece ser intimidante.
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