El exilio quiere democracia en Nicaragua, pero discrepa sobre cómo lograrlo

El exilio quiere democracia en Nicaragua, pero discrepa sobre cómo lograrlo

Miami/San José. En Estados Unidos, España, Costa Rica u otro país de acogida los exiliados nicaragüenses sueñan todos con echar a Daniel Ortega del poder y recuperar la democracia, pero están divididos sobre si la vía debe ser pacífica o si las armas deben hablar, una vez más, en Nicaragua.

Uno de los exiliados más prominentes, el escritor Sergio Ramírez, que se refugió en Costa Rica y está actualmente en España, confía en que una «rebelión pacífica» como la que llevaron a cabo jóvenes desarmados en abril de 2018 devuelva la libertad a Nicaragua, según dijo en un reciente foro periodístico.

Otra figura capital del exilio, el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, obligado a salir del país por una orden del Vaticano, llamó a la unidad de los nicaragüenses y con palabras veladas pronunciadas a Efe después de una misa en Miami instó a Ortega a «rectificar», «reorientar su vida» y «reparar a las víctimas».

Sin embargo, el dirigente sandinista se acerca a su quinto mandato y al cuarto consecutivo con su casi seguro triunfo en las elecciones del 7 de noviembre, que se celebran sin la participación de siete candidatos opositores, que están presos e inhabilitados.

SOLO UNA «VOTACIÓN»

Berta Valle es la esposa de Félix Maradiaga, uno de esos candidatos, y está exiliada en Miami desde 2018 junto a su hija de ocho años y su suegra, según cuenta a Efe.

No ve a su esposo desde que él, que también salió de Nicaragua con ellas en 2018, decidió regresar para competir en unas elecciones, que, a juicio de Valle, se han transformado en un mero «proceso de votación» con una sola opción real, Ortega, y cinco candidatos comparsas.

Sabe por dos visitas de una familiar a la cárcel que Maradiaga ha perdido mucho peso y está siendo «torturado psicológicamente», pero se mantiene firme en que la salida a la «dictadura» de Ortega debe ser pacífica.

«El pueblo nicaragüense no merece volver nuevamente a conflictos armados», subraya cuando se le pregunta a Valle por una «intervención».

Ariel Montoya, periodista, poeta y fundador de Partido Liberal Nicaragüense en el exilio, subraya por el contrario a Efe que no cabe el diálogo con «tiranos» y defiende la necesidad de no descartar la opción armada.

«Estamos ante un dinosaurio con pezuñas», dice de Ortega y recuerda a los «150 presos políticos» y las «atrocidades» cometidas cuando estallaron las protestas contra el régimen en 2018.

Hoy hay personas saliendo a diario del país por «puntos ciegos» de la frontera hacia Costa Rica, El Salvador u Honduras, e incluso en lanchas hacia Colombia, afirma.

Aunque asegura que han surgido movimientos armados en Nicaragua en contra de la tiranía -«los grandes sueños de la libertad comienzan con pequeñas fogatas»-, cuando se le pregunta por «intervención» Montoya habla de Estados Unidos.

Exiliado en Miami desde 2018, menciona la necesidad de convencer al presidente Joe Biden y «al líder la oposición», Donald Trump, de que EE.UU. debería tener una política de estado frente a la Nicaragua de Ortega y Murillo que define como «una cárcel».

COSTA RICA, UNA VECINA ACOGEDORA

La ciudad del sur de Florida ha sido centro de acogida para nicaragüenses que han salido de su país por razones económicas o políticas desde hace décadas, al igual que ocurre en San José y otras ciudades de Costa Rica, país limítrofe con Nicaragua.

Datos de la Unidad de Refugio de la Dirección de Migración de Costa Rica indican que desde 2018 más de 100.000 nicaragüenses han solicitado refugio

En Costa Rica, país de 5,1 millones de habitantes, viven alrededor de 400.000 nicaragüenses, aunque ese número podría ser más del doble, según organizaciones de derechos humanos.

Una de las caras más reconocidas del exilio nicaragüense en Costa Rica es la líder campesina Francisca Ramírez, quien, como hace Valle desde Miami, en reiteradas ocasiones ha pedido a la comunidad internacional un rol más fuerte para impulsar la democracia en su país.

«Ha sido duro porque el exilio es algo triste, peor cuando uno no lo tiene planeado. Pero realmente por el retorno de la democracia y por la justicia de las víctimas uno siente que vale la pena sufrir», expresó Ramírez a Efe.

La líder campesina aseguró que lo del próximo domingo en Nicaragua «no son elecciones legítimas porque están los candidatos presos, hay más de 150 presos políticos, más de 120.000 exiliados y se han desmantelado los medios de comunicación independientes».

En Costa Rica se encuentran reconocidos periodistas nicaragüenses como Carlos Fernando Chamorro y Lucía Pineda.

Jennifer Ortiz, directora de Nicaragua Investiga, que por su seguridad no revela dónde se encuentra, asegura a Efe que «ha sido sumamente difícil» cambiar su vida y «todo lo que había construido en Nicaragua», pero debió hacerlo por el «nivel de censura, bloqueo y criminalización» que sufre la prensa independiente.

Los exiliados coinciden en que su anhelo es regresar a su país en un marco de seguridad y de retorno a la democracia y confían en que ese momento pronto llegará.

«La comunidad internacional es lo único que nos queda, tiene que apoyar al pueblo nicaragüense» y no reconocer a Ortega como presidente, subraya Valle.

El obispo Báez, que arriesgó su vida para salvar las de otros durante las protestas de 2018, conforta cada domingo a los exiliados al final de las misas dominicales que celebra en una parroquia de Sweetwater, un barrio de Miami donde viven muchos nicaragüenses.

El domingo 31 de octubre pidió a Dios por «las sociedades divididas y enfrentadas», por los países «donde no se respetan los derechos y la dignidad humana» y «se crucifica al pueblo cada día»./EFE.

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