Lisa Montgomery, de 52 años, la única mujer en el corredor de la muerte federal, ha recibido la inyección letal esta mañana, y se ha convertido en la primera mujer ejecutada en 67 años y en la sexta en toda la historia de Estados Unidos.
El escenario ha sido el penal de Terre Haute (Indiana), donde se ha certificado su defunción. Montgomery ha protagonizado la onceava ejecución federal desde que la administración Trump puso fin a 17 años de paréntesis en estos ajusticiamientos. Todavía hay dos ejecuciones más programadas, lo que dejará como herencia que el 45 presidente de EE.UU. sea el que ha ejecutado más reos desde finales del siglo XIX.
Pena capital
El Tribunal Supremo despejó el camino para que Montgomery fuera ejecutada como estaba previsto. Sorprende sobre todo que Trump haya programado hasta cinco ajusticiamientos una vez que ha perdido las elecciones. Los críticos consideran que sólo pretende pasar a la posteridad como el presidente de la ley y el orden.
Joe Biden, su sucesor, se ha manifestado contra la pena de muerte.
“La sed de sangre cobarde de esta administración fallida se ha exhibido plenamente esta noche”, ha afirmado Kelley Henry, abogado de Montgomery en un comunicado. “Todos los que han participado en esta ejecución deben sentirse avergonzados. El gobierno no se detuvo ante nada en su celo por matar a esta mujer enferma y delirante. La ejecución de Lisa Montgomery estuvo muy lejos de la justicia”, ha remarcado.
Era la segunda ocasión que afrontaba la fecha definitiva. Su último suspiro se programó para el 8 de diciembre, pero se aplazó porque dos de sus letrados contrajeron el Covid-19 en una de sus vistas a la prisión.
Montgomery recibió la máxima condena en 2007. Su crimen se produjo en 2004. Según la sentencia, cogió el coche en su casa de Melvern (Kansas) y recorrió los 270 kilómetros que le separaban de Skidmore (Misuri). Una vez ahí se presentó con una identidad falsa en la granja de Bobbie Jo Stinnett, de 23 años y embarazada de ocho meses. Skinnet era criadora de perros y Montgomery aseguró estar interesada en un cachorro de Rat Terrier.
Montgomery, que a sus conocidos les había confesado que sería madre, estranguló con una cuerda a Stinnett. Luego, con un cuchillo de cocina, le arrancó el feto. Milagrosamente, la bebé sobrevivió. Aseguró que era suyo. La niña ya es adolescente. Cumplió los 16 en el aniversario de la muerte de su madre biológica.
En las peticiones para anular la condena, los que han dado apoyo a Montgomery argumentan que sufría trauma psicológico, daños cerebrales y desconexión de la realidad cuando cometió el crimen, después de una existencia llena de violaciones por parte de su padrastro y de que su madre la hiciera servir como esclava sexual. Su caso, inusual por las pocas mujeres castigadas con la máxima pena en comparación a los hombres, ha suscitado el debate sobre la importancia de las condiciones mentales de los acusados.
Según sus abogados, todos implicados en organizaciones sin ánimo de lucro en la lucha contra la pena capital, Montgomery fue trasladada totalmente encadenada el pasado lunes desde el centro médico penitenciario de Texas, en el que se hallaba aislada hasta Terre Haute, lugar habitual de las ejecuciones. Como en el centro sólo hay hombres, la mayoría a la espera de la inyección letal, a ella la ubicaron en una dependencia separada del resto.
Minutos antes de la muerte, una funcionaria le quitó la mascarilla y le preguntó si quería decir algo. Respondió que “no”, según los periodistas presentes.
La familia de Bobbie Jo Stinnett consideró que así se llegaba a la conclusión de un crimen que ha perseguido a esta comunidad del noroeste de Misuri. En círculos de conocidos de Stinnett se avaló el cumplimiento de la sentencia. No creen que Montgomery actuara en estado de enajenación y reiteraron que muchas personas que sufren traumas no cometen fechorías de este tipo.
Su defunción se produjo tras un tira y afloja legal. Un juez de Indiana aplazó el lunes la ejecución –la víspera del día programado– para someterla a un examen psiquiátrico. Un tribunal de apelación, tras la reclamación del fiscal de que esa enfermedad era simulada, levantó la restricción. Pero intervino otro juez que volvió a fijar el aplazamiento.
A última hora, el Tribunal Supremo dio luz verde. Su ejecución ha dejado vacante de mujeres el corredor de la muerte federal. La última ejecutada hasta ahora respondía al nombre de Bonnie Brow Heady. Hay que remontarse a 1953. La ejecutaron en la cámara de gas, porque ella y su cómplice, Carl Hall, secuestraron, mataron y enterraron a un niño de seis años. Entonces reclamaron 600.000 dólares para el rescate del menor.
La ahora ya lista de seis mujeres la estrenó Mary Surratt en 1865. La ahorcaron por el asesinato del presidente Lincoln.
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