TEGUCIGALPA, HONDURAS
El pistoletazo de salida del Mundial de Qatar se saldó con una lección de fútbol dictada por Enner Valencia, el capitán de Ecuador, que asestó dos zarpazos a la anfitriona, atenazada por los nervios del evento que tanto tiempo llevaba esperando.
Catar, la única debutante en el Mundial que se celebra en su arena, fue muy inferior a Ecuador y su afición no supo aguantar hasta el final el dominio de la Tri, por lo que fue abandonando las gradas ya desde el descanso.
Así, el Al Bayt, una gigante jaima construida en medio del desierto, a las afueras de Al Khor, comenzó radiante y acabó tan desangelado como su entorno, uno de esos lugares surrealistas donde ha querido llevar la organización el Mundial.
Cuando se apagaron las luces de la ceremonia inaugural, cuando el artificio de los fastos dejó paso al fútbol, la selección que llevaba doce años esperando este momento se diluyó ante el empuje de una Tri que ha sabido conformar un bloque compacto, serio y competitivo, de la mano de un Gustavo Alfaro, que ha dado identidad a un grupo de jóvenes que articulan la nueva generación ecuatoriana.
Vale que el rival no permite sacar conclusiones, porque Catar demostró que por algo es la tercera selección con menos ránking de este Mundial, pero los primeros signos de Ecuador son prometedores. Y apuntan a más si confirma el buen estado de forma en los dos duelos que le restan, contra Países Bajos y Senegal.
Ecuador, a la que se reprocha falta de puntería anotadora, se marchó con un resultado digno, aunque tendrá que seguir trabajando el acierto de cara a la portería.
La defensa apenas dejó resquicios a la campeona de Asia y en el centro del campo Caicedo y Méndez mandaron con autoridad para que el grueso del duelo se disputara en suelo del anfitrión. Nada sorprendente.
Catar era un amasijo de nervios, quizá atenazada por la expectativa que ha generado el bloque conformado por el español Félix Sánchez, que en la víspera del duelo advertía de que había que ser realistas con sus chicos y que se llevó toda una lección de realidad.
Catar ha tenido más tiempo que nadie para preparar el Mundial menos preparado de la historia, pero carece de estrellas y de calidad y eso, al fin y al cabo, no se ensaya.
VALENCIA SE PUSO LA PAJARITA
Sobre todo cuando enfrente tienes a jugadores que ante los grandes eventos crecen, como Enner Valencia, un trotamundos del fútbol que se pone pajarita cuando el fútbol se viste de gala.
De sus botas salieron los únicos tres goles que consiguió Ecuador en la que, hasta ahora, era su última cita con un Mundial y en el estreno del de Qatar añadió otros dos que le propulsan a la cima de los anotadores ecuatorianos en estas citas con la historia.
El jugador del Fenerbache pudo incluso irse con más recompensa si un milimetrado fuera de juego, que tuvo que ser detectado con la lupa del VAR, no le hubiera anulado un gol anotado a los 3 minutos.
No perdió el apetito el capitán de la Tri, que al cuarto de hora ganó la espalda de la avanzada defensa catarí y fue derribado por el portero local Al Sheeb. El delantero se había empeñado en que el primer gol del Mundial fuera suyo y suyo fue cuando transformó la pena máxima.
El tanto era una evidencia y el partido ya no parecía tener vuelta atrás. Catar seguía impotente y Ecuador asomaba al área rival con más o menos peligro, con las internadas de Caicedo o, incluso de Preciado, de cuyas botas salió en el minuto 31 un centro medido al área chica que Valencia rescató de cabeza casi a ras de césped para conseguir el segundo.
La grada, poblada de túnicas blancas, con algún asiento vacío salvo en la zona amarilla donde 5.000 ecuatorianos ponían color, se apagó. Incluso los asientos vacíos comenzaron a aflorar, signo de que la afición local había perdido las ganas de animar a su equipo, que tuvo que conformarse con los incondicionales que, desde uno de los fondos y casi como si se tratara de un orquestado concierto, cantaron a ritmo de la batuta de un director.
Ecuador se mantuvo pendiente de Valencia, víctima de una dura entrada que pudo dejarle fuera de juego, aunque el jugador se aferró a su histórico partido. Hasta que ya no pudo más y en el minuto 75, de nuevo renqueante por una dura entrada, dejó su puesto a Cifuentes.
Catar asomó en un par de internadas en las que Al Haydos mostró dotes de pasador, pero sus compañeros no supieron rematar a puerta. Galíndez no tuvo que intervenir.
Todo lo contrario que Al Sheeb, que evitó que la lección fuera más dura para la anfitriona con un par de paradas, una meritoria a disparo de Ibarra en el minuto 55.
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