La dieta mediterránea es un patrón alimentario que se complementa con la práctica de ejercicio físico y el clima de los países colindantes con el mar Mediterráneo, y que tiene múltiples beneficios para la salud. En términos de alimentación, la dieta mediterránea se basa en los ingredientes propios de la agricultura local de los países con clima mediterráneo, fundamentalmente España e Italia. Se resume en reducir el consumo de carnes e hidratos de carbono en beneficio de más alimentos vegetales y grasas monoinsaturadas.
Es la reconocida como la dieta Mediterránea, una combinación de alimentos y procesos de elaboración con más de 2.000 años de historia, que es referente mundial de nutrición y estilo de vida y fue declarado en 2013 como patrimonio inmaterial mundial por la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). “Se puede destacar el tipo de grasa que lo caracteriza como el aceite de oliva, el pescado y los frutos secos; las proporciones en los nutrientes principales de sus recetas, que son cereales y vegetales como base, y carnes o similares como guarnición; y la riqueza en micronutrientes por la utilización de verduras de temporada, hierbas aromáticas y condimentos”, indica la Fundación Dieta Mediterránea. Elementos que se unen a unas prácticas recomendables respecto a la transferencia de conocimiento en la agricultura, las cosechas, la pesca, la conservación de los productos, su elaboración y su manera compartida de consumirlos.
Es un estilo de vida bello, bueno, saludable y de placer. Un sistema tradicional que trae biodiversidad. El aceite, el pan y el vino fueron la tríada que en la Antigüedad clásica suponía un regalo divino y se relacionaba con los dioses Atenea, Démeter y Baco.
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