Según la Academia Española de Dermatología y Venereología, a partir de los 50 años, las pieles maduras pierden lípidos durante la menopausia y, por tanto, hidratación. Esto se traduce en una piel más seca, cetrina y menos elástica. Un estudio de la institución desvela, además, que el 54% de ellas se siente insegura con su aspecto durante ese periodo. Para mejorarlo, la dermis exige ingredientes que eviten los estragos de los cambios hormonales.
Los polifenoles de la peonía rosa, antioxidantes y antinflamatorios, protegen la microcirculación y homogenizan el tono, devolviendo el rosado y el brillo naturales.
Por la noche además, el cuerpo baja grados para prepararse para descansar y activar los sistemas de regeneración. La piel hace lo propio. Sin embargo, con el paso de los años pierde su capacidad de renovarse.
A partir de los 50, sin embargo, no solo varía el tipo de cuidado que funciona en sus pieles, también deben adaptarse productos como el maquillaje. Una de las mayores preocupaciones de las usuarias pasada la mediana edad apunta a las bases. Creadas con el objetivo de disimular imperfecciones, sus texturas a menudo pesadas pueden filtrarse en las arrugas propias de la edad y marcarlas, con el añadido de resecar aún más su piel, que ya de por sí ha perdido hidratación.
¿Y en la mirada? Las sombras de ojos también funcionan mejor en textura crema, por su fácil aplicación y la posibilidad de incluir activos nutrientes que cuiden el contorno de los ojos sin renunciar al color. En pestañas y cejas, la ralentización del metabolismo y el desequilibro de los procesos del organismo afectan también al pelo que protege nuestros ojos. Si por norma general se pierden alrededor de 150 pestañas y unos 300 cabellos de las cejas al año, el número aumenta a partir de los 50 años.
El orden sí afecta al resultado
Cimiento fuerte. A partir de los 50 se debe huir de las bases con acabados mate: resaltarán la sequedad de la piel. Emulsiones con ingredientes hidratantes extenderán un brillo que dará un aspecto saludable y suave.
Al detalle. Si la tez presenta imperfecciones y manchas que no cubre la base, se puede añadir también un corrector fluido que las esconda al instante. Truco: alrededor de los labios, agranda su apariencia.
Hacia arriba. Los polvos no están del todo prohibidos para las pieles maduras: si son ligeros, no acentuarán las arrugas. Un colorete con pigmentos perlados subirá las mejillas con un tono natural.
Remate final. La jugosidad suele relacionarse con las pieles jóvenes. Por eso debe apostarse por el iluminador. Si se prioriza en el orden, debajo de la base, el resultado será todavía más natural, como si viniese de dentro.
Hacia fuera. Aparentar plenitud y reducir la rotura y la caída de pelos es el objetivo para las pestañas en estas edades. Lo mejor: aplicar más producto en la línea superior; el exceso en la inferior puede hacer caer la mirada.
El golpe de efecto. No hay que renunciar a una boca a todo color. Gracias al tratamiento en su interior, los labiales realzan el tono, atenúan las arrugas e hidratan los labios para un acabado luminoso.
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