Dentro de un almacén gris en el Aeropuerto Internacional de Shenzhen en el sur de China, una fila de cámaras blancas se encuentra en una esquina acordonada, cada una equipada con una pantalla que muestra la temperatura personalizada en el interior.
Un trabajador de seguridad con mascarilla, bata quirúrgica y guantes de goma monta guardia. Cualquiera que ingrese a esta parte del almacén debe completar dos semanas de cuarentena o usar un traje de protección de la cabeza a los pies.
Estas habitaciones con clima controlado, que suman un área de 350 metros cuadrados, pronto estarán llenas con filas y filas de vacunas de covid-19 fabricadas en China, después de recibir la aprobación de los reguladores de medicamentos del país. A partir de ahí, se cargarán en compartimentos con temperatura controlada de aviones de carga y volarán a continentes de todo el mundo.
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