Al menos 9 mil hondureños que viajaban rumbo a Estados Unidos en busca del anhelado sueño americano, sufrieron una brutal represión por parte de las autoridades de Guatemala.
La policía antidisturbios y el ejército guatemalteco dispersaron por la fuerza el punto fronterizo entre Guatemala y Honduras el pasado lunes. El éxodo de miles de compatriotas ha sido percibido internacionalmente como violencia y sin duda alguna ha generado gran indignación.
Un día antes, miles de soldados y policías ya habían impedido el paso con palos y gas lacrimógeno al multitudinario grupo, que trataban de llegar a Estados Unidos con la esperanza de que el gobierno de Joe Biden flexibilice su política migratoria.
Durante los incidentes registrados en la ciudad de Chiquimula, varias personas resultaron heridas, poniendo en peligro la vida de niños, ancianos y personas discapacitadas.
Los migrantes aseguran que se han visto obligados a salir de Honduras, para huir de la pobreza, la violencia y la devastación causada por dos grandes huracanes el noviembre pasado y quieren llegar a Estados Unidos para tener un mejor futuro como individuos y como familias.
Las imágenes muestran la desesperación de miles de personas frente a soldados que tratan, con armas y gas lacrimógeno, de hacer cumplir la ley vigente y exigirles documentación y pruebas PCR que es probable pocos de esos migrantes puedan pagar.
El gobierno guatemalteco, por su parte, asegura que los migrantes violaron los protocolos migratorios y las normas de prevención del covid-19 para ingresar al país.
La fuerte represión policial, que hizo que estos migrantes retrocedieran o incluso regresaran al territorio nacional, fue criticada por organismos de protección a los Derechos Humanos.
Los que consigan pasar se enfrentarán a otra difícil barrera en su camino, la frontera sur de México que el gobierno lleva días blindando con cientos de soldados y miembros de la Guardia Nacional.
COMENTARIOS