La muerte de George Floyd al momento de su arresto en Minneapolis, Estados Unidos, encendió al país y volvió a poner de manifiesto un grave problema en la nación más rica del mundo: el racismo y la brutalidad policial.
En EE UU unas tres personas mueren a manos de los agentes del orden todos los días y las posibilidades de perder la vida de esa manera aumentan significativamente si, como en el caso de Floyd, se tiene la piel negra.
Efectivamente, los afroestadounidenses constituyen aproximadamente el 12% de la población pero, según Fatal Force -el conteo de muertes imputables a policías en EE UU de The Washington Post- entre 2015 y 2019 sumaron el 26,4% de todas esas muertes.
Eso quiere decir que un ciudadano negro tienen dos veces más posibilidades de morir como resultado de la acción policial que cualquier otro estadounidense.
Y el riesgo es todavía mayor si se compara únicamente con la población blanca.
Hay, sin embargo, al menos un país latinoamericano donde la policía mata a muchos más afrodescendientes que en EE UU, tanto en términos absolutos como proporcionalmente.
«La situación en Brasil es mucho peor que en Estados Unidos», le dice a BBC Mundo Rafael Alcadipani, profesor de la Fundación Getulio Vargas y miembro del Foro Brasileño de Seguridad Pública, FBSP.
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