El Atlético de Madrid se despide de forma prematura de la Champions League y lo hace mostrando la cara que la parroquia rojiblanca necesita esconder. Sin prácticamente argumentos ofensivos, los pupilos del Cholo Simeone cayeron, también en la vuelta, ante un Chelsea más sólido y preparado para llegar lejos en la máxima competición continental. Un gol de Ziyech en la primera mitad y otro de Emerson en el descuento de la segunda fueron sólo la confirmación de la caducidad del libreto de estilo defensivo de un equipo capacitado para mucho más de lo que muestra en las grandes citas de la Champions.
La situación del Atlético era límite en su visita a Stanford Bridge. La Champions League te obliga a estar contra las cuerdas en repetidas ocasiones, pero las sensaciones, el resultado y la obligación de cambiar el plan de partido habitual hacían que el conjunto colchonero se adentrara en territorio hostil sin demasiados visos de ganar. Para darle la vuelta a la situación, Diego Pablo Simeone recuperó un sistema que parecía olvidado, el clásico 4-4-2, con novedades también en lo nominal.
Ángel Correa dejaba su lugar al futbolista de mayor talento bruto ofensivo del equipo, un Joao Félix aparentemente reconciliado con el Cholo y que volvía un once en el día D. Junto al luso también estaría Saúl, que le quitaba el puesto a Lemar en el once. Como tercera alternativa para la remontada, Renan Lodi y su ofensiva dejaban en el banco a un central reconvertido a lateral como Mario Hermoso.
El Atleti salió presionante, haciendo gala de la valentía y el coraje que se le presuponen, pero la pasión les duró demasiado poco como para lograr el objetivo, que no era otro que ponderar en el marcador. Joao aparecía entre líneas y Marcos y Carrasco amenazaban desde la banda, pero la resistencia blue, liderada por un gran Rudiger, alejaba el 0-1 del luminoso.
El encuentro tenía corners, un Atlético dominante en los primeros 10 minutos y un Chelsea que le tomó el relevo en los siguientes. Werner comenzaba a hacer estragos a la contra ante una defensa escasa de explosividad en carrera, pero Havertz y Ziyech no acompañaban en las arrancadas del correcaminos alemán.
Werner vuelve loca a la defensa colchonera
Dominio moderado de ambos equipos y llegado el ecuador de la primera parte, también iba a arribar la polémica. Y por partida doble. Una primera invervención del VAR en forma de rápida revisión había desestimado un posible penalti de Rudiger a Luis Suárez. Más dudas, sin embargo, dejó una acción de Azpilicueta sobre Carrasco. El internacional español no confió en su cesión y automáticamente soltó el brazo para hacer ademán de agarrar al centrocampista atlético.
Un leve toque y una gran polémica, que se solucionó con la firmeza de Orsato en su primera decisión, sin intervención desde la sala de revisiones. Tres minutos después, un codazo de Havertz sobre Savic en una disputa aérea se quedaba en tarjeta amarilla. El caos llegaba desde el barro y el beneficiado, de forma indudable, fue el Chelsea.
Más pragmático e imponente en el físico y el recorrido de sus jugadores, el gran mal actual del fútbol español, los pupilos de Thomas Tuchel dieron rienda suelta a su superioridad a través del hombre de la primera mitad, un Werner que activado en carrera es, simplemente, uno de los mejores delanteros del mundo. El alemán encontró el pase apropiado llegada la media hora y su cesión a Ziyech iba a convertirse en el 1-0.
Suárez, sacrificado
No fue la mejor definición del marroquí, pero encontró en la ayuda de Oblak, flojo en la acción, la visita inesperada de un elemento diferencial en el devenir del partido. Durísimo golpe para el Atlético que, eso sí, seguía necesitando dos goles para pasar a cuartos de final, con toda una mitad por disputarse. El sueño seguía vivo pero las sensaciones debían mejorar con urgencia.
Joao Félix se había diluido en el partido, mientras Suárez ni siquiera asomaba la cabeza. Simeone contaba con alternativas ofensivas en el banquillo y la primera fue su otro ‘9’, Moussa Dembélé, que entraba en sustitución de Carrasco. Tras el descanso ya había introducido una novedad, Hermoso, que provocaba de nuevo la creación de ese híbrido entre cuatro y cinco defensores que tan bien le ha funcionado en Liga.
El Chelsea continuaba a lo suyo, y con las ideas claras. Balones a Werner y a Ziyech, y entre los dos, fichajes estelares del pasado verano, se las apañaban para que el 2-0 permaneciera más cercano que el 1-1. Timo golpeaba primero, con una nueva internada que obligaría a actuar, esta vez sí con maestría, a Jan Oblak. Hakim aparecería minutos después, con sendos disparos que si bien no supusieron un peligro real de gol, sí se sumaban a una amenaza constante y notable del cuadro local.
Savic y Emerson ponen la guinda
Al Atlético se le acumulaban los problemas y las decisiones de Simeone no ayudaban a traer la calma al equipo. Luis Suárez se marchaba sustituido –e inédito en el partido– para dar paso a un Correa del que se esperaba, al menos movilidad. Los galones del ‘9’ quedaban eclipsados por su inoperancia, una noche más, en una noche de visitante en Champions.
El amor propio venía a visitar a un Atlético que hacía malabares por el alambre sin apenas argumentos para mantenerse en pie. Una jugada suelta de Joao, un centro de Hermoso… insuficiente para soñar con el empate. El partido pese a que estaba ya volcado hacia la meta de Mendy, seguía en las manos del Chelsea, y Savic, autoexpulsado tras un codazo a Rudiger, confirmaba la máxima. Este Atleti no estaba preparado para la Champions.
La épica era ya innegociable con 10 jugadores sobre el césped y menos minutos por disputarse. Los colchoneros prácticamente no bajaban y sólo el desacierto y la confianza mal llevada de los delanteros del Chelsea mantenían el resultado en el marcador. En el otro área, llegadas sueltas, Joao saliendo a flote y un final inevitable, el 2-0 de Emerson que confirma el adiós, y de nuevo de forma prematura, del Atlético de Madrid a la Champions League.
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