El pasado 26 de diciembre, falleció el arzobispo sudafricano Desmond Tutu, cuyo sepelio se realizó en Ciudad del Cabo; detrás del púlpito desde el cual denunció el fanatismo y la tiranía racial del apartheid. Tutu, quien fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz, pidió que su cuerpo fuera sometido a una ‘acuamación’ en vez de cremado.
En vida, Tutu fue muy activo en la protección del medio ambiente, pronunciando discursos y escribiendo artículos sobre la necesidad de tomar medidas para combatir el cambio climático. Según dijo el reverendo Michael Weeder, era «a lo que aspiraba como activista del ecologismo». Puesto que ese procedimiento es presentado por sus promotores como una alternativa «más ecológica» a la cremación.
¿Que es la acuamación y como se lleva a cabo?
Este proceso de cremación, llamado técnicamente hidrólisis alcalina, recrea de modo acelerado la descomposición de un cuerpo con la ayuda de hidróxido de potasio y agua a una temperatura elevada.
En la cremación por agua, el cuerpo del difunto se sumerge durante tres o cuatro horas en una mezcla de agua e hidróxido de potasio, en un cilindro metálico a presión y se calienta a unos 150 grados centígrados. Esto disuelve el tejido corporal dejando solo los huesos, que se secan en un horno, se reducen a polvo y se colocan en una urna. Luego, el agua se puede procesar a través de las instalaciones normales de tratamiento de aguas residuales.
La acuamación se ha venido haciendo desde hace varios años, pero solo en algunos países.
Fue desarrollado por primera vez a principios de la década de 1990, como forma de desechar los cuerpos de los animales utilizados en experimentos. En la década de 2000, las facultades de medicina de EE.UU. utilizaban la acuamación para deshacerse de los cadáveres humanos donados, antes de que la práctica se abriera paso en la industria funeraria.
Sin embargo, la acuamación solo está autorizada en algunas regiones de algunos países como Estados Unidos, Canadá, Sudáfrica, México, Países Bajos y Australia.
¿Cuales son la ventajas?
Los defensores de la práctica se enfocan en los beneficios ambientales de la hidrólisis alcalina sobre la cremación y el entierro, alineando la tecnología con el movimiento del ‘sepelio verde’. Afirman que una cremación líquida consume menos energía que una convencional y que emite menos gases de efecto invernadero.
Según la empresa británica Resomation, un «análisis ambiental independiente» demostró que usar la cremación con agua en vez de llamas «reduce las emisiones de gases de efecto invernadero de ese funeral en aproximadamente un 35%». Por su parte, la compañía Bio-Response, que se especializa en el proceso en Estados Unidos, indica que esa tecnología reduce el uso de energía en «90% en comparación con la cremación con llamas».
Además dado que el espacio para el entierro, en las zonas urbanas de todo el mundo, es cada vez más escaso y caro, la acuamación tiene un atractivo evidente.
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