La creciente radicalización del movimiento antivacunas, en el que se esconden extremistas de derechas que han empezado a amenazar a cargos públicos, tuvo un lugar destacado en el primer discurso del nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, ante el Parlamento alemán. La sociedad, dijo, no está dividida; se trata de unos pocos radicales. “Y vamos a hacerles frente”, prometió Scholz. El canciller lamentó la concentración amenazante de antivacunas portando antorchas frente a la casa de la ministra de Sanidad de Sajonia hace unos días. “No permitiremos que una pequeña minoría de extremistas desinhibidos intente imponer su voluntad a toda nuestra sociedad”, añadió.
Poco antes de su intervención, de algo menos de hora y media, se había conocido una redada policial que localizó armas en casas de varias personas que planearon atentar contra Michael Kretschmer, el presidente sajón. Este land oriental, que tiene la tasa de vacunación más baja de toda Alemania y el mayor número de contagios de coronavirus, se ha convertido en un bastión de los negacionistas. Scholz criticó “la negación de la realidad, las absurdas teorías de la conspiración, la desinformación intencionada y el extremismo violento” de algunas personas.
El canciller reconoció que la pandemia es ahora su mayor desafío, pero quiso ser optimista: “Mejorará. La combatiremos con determinación y venceremos”. Scholz hizo un llamamiento a los ciudadanos para que reduzcan los contactos y, los que aún no lo hayan hecho, se vacunen. La cuarta ola de la pandemia ha impactado con violencia en Alemania, donde muchos hospitales han cancelado las cirugías programadas y se han impuesto restricciones de entrada a los no vacunados en el ocio y el comercio. La tasa de inmunización es del 69,8%, de las más bajas de Europa occidental. Scholz afirmó que la lucha contra la pandemia es la prioridad y que no tiene miedo de seguir aprobando medidas restrictivas. “Haremos lo que sea necesario. No hay líneas rojas para el Gobierno federal hasta que todos hayamos recuperado nuestra vida anterior y nuestras libertades”, añadió en referencia a la vacunación obligatoria, cuyo anuncio -deberá aprobarse en el Parlamento- ha espoleado las protestas de estos grupos negacionistas, autodenominados Querdenker (pensadores laterales).
La modernización y digitalización del país y la protección del clima son las líneas maestras del programa de Gobierno de Scholz, que prometió grandes inversiones en los próximos cuatro años, aunque la mayoría deberán ser privadas, reconoció. “Se trata de sentar las bases para una nueva era tecnológica”, aseguró. Unos días después de la elección, es costumbre que el nuevo canciller presente ante los diputados las pautas de su programa, en este caso el acuerdo de coalición firmado con sus socios del tripartito, verdes y liberales. Scholz mencionó inversiones en construcción ―400.000 nuevas viviendas al año, de las que 100.000 serán subvencionadas―, en ferrocarriles, estaciones de carga para vehículos eléctricos, parques eólicos marinos, energía fotovoltaica y redes eléctricas, entre otras. “Hay mucho por hacer”, aseguró. “Y no tenemos tiempo que perder”.
El canciller puso el énfasis en la cohesión social y la solidaridad, de las que dijo que están en peligro en Alemania, y usó varias veces la palabra “respeto” que tanto empleó durante la campaña electoral. Los ciudadanos “deben percibirse como iguales pese a todas sus diferencias”. El “veneno” para la cohesión son “abusos” como los bajos salarios, el empleo precario sin convenio colectivo, los alquileres disparados o la falta de oportunidades en las zonas rurales y en Alemania oriental, aseguró: “Por eso nos centraremos en arreglarlos”. La medida estrella del acuerdo de coalición es la subida del salario mínimo, de los 9,6 euros la hora actuales a 12 euros.
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