Desde siglos pasados como especie hemos querido buscar alternativas en el espacio por distintas razones o suposiciones. Desde el periodo victoriano se pensaba que el sol estaba quemando su combustible, encogiéndose y enfriándose se planteo la destrucción de la Tierra y que significaría el fin de la vida humana en el universo. Los científicos comenzaron a fijar fechas límite para el futuro de la Tierra, obligándonos a buscar otro plantea que habitar. Otra razón es la búsqueda de vida inteligente en el universo; la alternativa, que los humanos estuvieran esencialmente solos, un oasis de inteligencia rodeado de un vacío estéril y sin vida, era y sigue siendo demasiado difícil de aceptar.
Los científicos ahora saben que no hay civilizaciones avanzadas en Marte. Se ha establecido firmemente la posibilidad de que seamos la única civilización de la Vía Láctea, e incluso de todo el universo observable. Entonces ¿Cuál es la razón por la que Branson, Bezos Y Musk, estos multimillonarios, están obsesionados con los viajes espaciales?
Elon Musk, sostiene que al convertirse en «multiplanetarios», los humanos podrían obtener protección «a prueba de fallas» de los riesgos de extinción o colapso planetario, mientras que Jeff Bezos de Amazon habla de «salvar la Tierra». Parecen animados por un noble objetivo: asegurar el futuro de la humanidad yendo al espacio. Sin embargo, para la mayoría no deja de parecer un acto «bravado» multimillonario, que presta poca atención a problemas reales y prácticos como el colapso ambiental.
La carrera espacial
En octubre de 1957, los soviéticos enviaron al espacio un satélite orbital no tripulado llamado Sputnik. Fue uno de esos momentos extraños en la historia que reforma dramáticamente nuestro mundo social. El Sputnik inició la carrera espacial.
Pero el Sputnik también marcó el comienzo de una nueva relación entre la humanidad y su hogar terrenal. Como señaló la filósofa, política Hannah Arendt en el prólogo de su obra maestra de 1958, ‘La condición humana’, ir al espacio nos permitió comprender nuestro predicamento planetario por primera vez en la historia. Fue un recordatorio de que “la Tierra es la quinta esencia de la condición humana”. Y la naturaleza misma, “por lo que sabemos, puede ser única en brindar a los seres humanos un hábitat en el que puedan moverse y respirar sin esfuerzo y sin artificios”.
Nada de lo que hemos aprendido en los años intermedios ha cambiado ese pronóstico. Marte puede ser el planeta más habitable del sistema solar, fuera del nuestro. Pero todavía está muy lejos de la belleza del hogar, cuya fragilidad solo aprendimos a apreciar por completo a partir de las imágenes que nos envían desde el espacio. Su belleza es nuestra belleza. Su fragilidad es nuestra fragilidad. Y su peligro es nuestro peligro.
Guerra de Crecimiento.
Luego del inicio de esta carrera por nuevos horizontes, este sueño ambicioso está siendo impulsado cada vez más rápido por grandes intereses comerciales. Los economistas han estado luchando sobre si es posible que la economía se expanda para siempre. El debate sobre el crecimiento a menudo depende del poder que atribuye a la tecnología para salvarnos. Por lo general, son los tecnófilos los que abogan por un crecimiento infinito en un planeta finito. Pero también hemos demostrado cómo la dinámica del capitalismo, en particular su incesante búsqueda del crecimiento de la productividad, empuja continuamente a la sociedad hacia metas materialistas y socava aquellas partes de la economía como el cuidado, la artesanía y la creatividad, que son esenciales para nuestra calidad de vida.
Ahora, de repente, llega un grupo de amantes de la tecnología que finalmente admiten que el planeta es demasiado pequeño para nosotros. «Sí, tenían razón implican: la Tierra no puede sostener un crecimiento infinito». Por eso tenemos que expandirnos al espacio. Antes de gastar billones de dólares tirando basura tecnológica por todo el sistema solar, esta casa cree que la humanidad debería prestar un poco más de atención a lo que está sucediendo aquí y ahora. En este planeta.
Ahora una nueva carrera espacial privada, entre un puñado de hombres increíblemente poderosos, cuya riqueza se ha disparado enormemente a lo largo de la pandemia – y que juegan el mío es más grande que el tuyo-, están ocupados tratando de persuadirnos de que el futuro no está aquí en la Tierra sino entre las estrellas. Los viajes espaciales son una extensión natural de nuestra obsesión por el crecimiento económico. Es la joya de la corona del capitalismo.
Soñemos con alguna «última frontera»
Por supuesto que podemos soñar con esa ultima frontera. Pero enfoquemos nuestras mentes también en algunas prioridades esencialmente terrenales. Cuidado de salud asequible. Hogares dignos para los más pobres de la sociedad. Una educación sólida para nuestros hijos. Revertir la precariedad de décadas en los medios de vida de los trabajadores de primera línea, los que salvaron nuestras vidas. Regenerando la devastadora pérdida del mundo natural. Sustituir un consumismo frenético por una economía de cuidados, relación y sentido.
Antes de que los humanos comiencen a embarcarse en grandes proyectos multigeneracionales como llegar a las estrellas, proteger a las personas de estos riesgos extremos es una tarea urgente por el momento.
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