El informe forense una vez realizada la autopsia al cadáver de Jovenel Moïse, fallecido presidente de Haití, reveló que sus heridas indican que sufrió una posible tortura con la intención de obligarlo a firmar su renuncia a la presidencia del país caribeño.
De acuerdo con el diario haitiano Le Nouvelliste, el cuerpo de Moïse presentaba fracturas en un brazo y una pierna, por lo que la tesis de que los mercenarios que lo asesinaron pretendían hacerlo firmar la renuncia, cobraron fuerza.
Esta teoría fue reafirmada por el juez del caso, Carl Henry Destin, al relatar que los estadounidenses que participaron en el asesinato, James Solages y Joseph Vincent, declararon que ellos solo eran traductores y que el objetivo de la operación era capturar a Moïse.
«Decían que eran traductores. La misión era arrestar al presidente Jovenel Moïse, en el marco de la ejecución de un mandato de juez de instrucción y no matarlo», declararon según el juez.
Cuando la Policía Nacional de Haití ingresó a la residencia del mandatario, encontraron su cuerpo acostado boca arriba, con un pantalón azul y una camisa blanca manchada de sangre. Su boca estaba abierta y su ojo izquierdo perforado. Tenía heridas de bala en el tórax y su abdomen.
Según los reportes forenses, su cuerpo presentó al menos 12 agujeros y una foto de su cráneo mostró una fractura entre el hueso frontal y el hueso parietal, por lo que creen que recibió un golpe «final» mientras estaba acostado de espaldas.
La prensa haitiana detalla que los mercenarios ingresaron con excesiva facilidad a la casa del presidente y se dirigieron directamente a su habitación. Pese a la tortura, Moïse se rehusó a firmar la renuncia, por lo que fue asesinado con 12 disparos.
El presidente del Partido Haitiano Tèt Kale (PHTK) -del cual formaba parte Moïse-, Liné Balthazar, destacó que no podía descartarse ninguna hipótesis sobre el asesinato del gobernante haitiano, apuntando incluso a otros políticos cercanos a Moïse.
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