Curiosidades: Por qué se celebra este 4 de mayo el Día Internacional de “Star Wars”

Curiosidades: Por qué se celebra este 4 de mayo el Día Internacional de “Star Wars”

¿Por qué el 4 de mayo? La historia se remonta al año 1979 y tiene su origen en una nota publicada en el London Evening News. En ella los miembros del Partido Conservador del Reino Unido felicitaban a Margaret Thatcher por su reciente nombramiento como primera ministra del país y lo hacían con la siguiente frase: “May the 4th be with you, Maggie. Congratulations”. Esta ocurrencia daría lugar al juego de palabras “may the force be with you”. O, en español: “Que la fuerza te acompañe”. Un saludo emblemático de Star Wars.

Desde este momento, fanáticos de la saga en todo el mundo tomamos la fecha y aprovechando la original frase comenzamos a realizar o asistir a toda clase de eventos en torno a la franquicia de Lucas, organizando maratones de las películas, concursos de disfraces, convenciones, carreras, trivias y ventas de merchandising con items especiales.

Y es que ser fan de Star Wars es una pasión. Para muchos, incluso, una forma de vida. Una religión que arrancó cuando en 1977 se estrenó el filme cambiando para siempre la industria del entretenimiento e iluminando la infancia de millones de niños en todo el mundo, incluida la mía…

42 años pueden ser una eternidad, o nada, según quien narre la historia. En mi caso, con 45, es casi toda una vida.

Las más de cuatro décadas que pasaron desde el estreno de Star Wars -o La Guerra de las Galaxias, como la conocimos en su momento- es mucho más que una efeméride del séptimo arte. La llegada de la película de George Lucas marca el inicio de la era moderna del cine fantástico, la etapa más revolucionaria en materia de efectos especiales y el nacimiento de los subproductos, el merchandising y las franquicias alrededor de un filme.

Tengo el recuerdo vívido de la primera vez. Fue con cinco años, en la oscuridad del cine Rex de Berazategui, y en continuado. Jamás voy a poder olvidar ese momento. Todavía suena en mis oídos la fanfarria de inicio compuesta por John Williams. Rememoro ese instante, mi mente infantil alucinada y mi cuerpo regordete hundido en la butaca de cuerina y no puedo evitar que se me nublen los ojos.

Con Star Wars, descubrí qué era el cine. No solo eso, viví una especie de epifanía y supe casi de inmediato que ese momento mágico, esas horas que duraba el largometraje, cambiarían mi vida. Visionar semejante historia, ese espacio infinito, las naves imperiales, los Stormtroopers, los sables láser, Leia, Luke, Han, Chewie, Obi-Wan, R2D2, la fantasías de los juegos de niño plasmadas en la pantalla, real, con personas de carne y hueso, fue una experiencia religiosa.

Y con todo, si hay algo que me marcó a fuego en esa primera proyección fue la presencia intimidante pero irresistible del mejor villano de la pantalla grande. La noche posterior a mi «primera cita» con Star Wars no podía dejar de oír la respiración asmática de Darth Vader. Miedo y atracción, un cóctel poderoso.

Con el tiempo vinieron los muñequitos, las figuritas, las secuelas (gracias Dios por El Imperio Contraataca) y más adelante, bendecido por esta profesión, las convenciones, las visitas a los sets y la posibilidad de entrevistar a los involucrados en la saga, y conocer a George Lucas en su Skywalker Ranch. Demasiados sueños hechos realidad, para una historia que comenzó en una galaxia muy lejana…

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